27/3/12

Los mejores momentos del día, estropeados

Subimos del bar de tomar el café de después de comer y, como de costumbre, con un libro en la mano me siento en el sillón. Tras pocos minutos de lectura o de pensar en las musarañas o en tonterías como esta que estoy escribiendo, me empieza a entrar el sopor hasta que me quedo traspuesto. El dulce estado no suele durar más allá de los 15 minutos, 20 como máximo, pero me viene de perlas.
          Esto contando con que el teléfono no ponga fin antes de tiempo a la trasposición, como ha ocurrido hoy: no debía de llevar ni cinco minutos cuando ha sonado el chisme. Después, en pocos minutos ha vuelto a sonar otras dos veces. En las tres ocasiones las llamadas eran perfectamente prescindibles, en especial la última en la que una voz entrenada para la ocasión me avisa de que quiere informarme del 15% de descuento en mis facturas —del gas o de la luz o yo no sé de qué— que la compañía llamante me ha "otorgado"... por mi cara bonita, supongo. Cuelgo en el acto como hago siempre en este tipo de llamadas, sin comentarios, pero la molestia, con cierto punto de irritación, ya me la han causado sin remedio.
          Y es que, de todos los electrodomésticos, el teléfono es el aparato más exigente: suena, cualquiera que sea la hora, y lo tienes que atender, estés haciendo lo que sea. Reconozco que hoy sería imposible pasarse sin él, como lo sería pasarse, por ejemplo, sin otros chismes de la casa, el frigorífico o la lavadora, no así la televisión sin la que se puede pasar perfectamente (hombre, en algunos casos habría personas abocadas al suicidio si se la quitaran).
          Es un aparato tan necesario como latoso e impertinente. Por esto, por latoso, no tengo móvil, y no por ningún prurito —deseo vehemente, comezón, picazón, sincio*... que de estas y de otras maneras se podría decir— de rebeldía o esnobismo, sino por comodidad. Me acosan parientes y amigos para que me haga con uno ("no te pide pan: sólo lo usarías cuando quisieras": ¡¡¡ja!!!), porque, dicen, sobre todo cuando os váis de vacaciones por temporadas largas —¿?— estáis "aislados" (lo cual es falso de toda falsedad, primero porque tenemos contestador al que llamamos a diario por si hubiera algún mensaje urgente, y segundo porque llamamos a las personas con las que más contacto tenemos) y si lo tuviérais estaríais localizables en cualquier momento si surge algo urgente. ¡Ah, el pretexto de lo urgente y lo inmediato! Pero es que no queremos estar siempre localizables, sobre todo porque tampoco nos iban a llamar sólo para recados urgentes. También les replico a los propagandistas del móvil que es una delicia —al parecer desconocida para ellos o ya olvidada, ¡los pobres!—llegar de la playa al apartamento de veraneo y saber que no va a sonar el teléfono... por la sencilla razón de que no hay; también es un placer no tenerte que llevar el chisme a la compra, a la playa o a la caminata. En fin, casi todo ventajas y comodidades... las de NO tener móvil.
          ¿Que a qué viene todo esto? Pues a nada en particular; es sólo una especie de divertimento que se me ha ocurrido tras haber sido despertado hoy de la siestecilla por la primera llamada telefónica: no hay bien que por mal no venga.
             
* Esta voz no la recoge el diccionario, y no sé por qué, como no sea porque la considere un regionalismo, pero a mí me gusta.

26/3/12

Fruta del tiempo (algo pasada)


(Dic.: Antruejo. Carnaval. Carnestolendas)

Villancico de carnaval de Juan del Enzina
Hoy comamos y bebamos



                                 Hoy comamos y bebamos
                           y cantemos y holguemos,
                           que mañana ayunaremos.

                           Por honra de Sant Antruejo,
                           parémonos hoy bien anchos,
                           embutamos estos panchos,
                           recalquemos el pellejo.
                           Que costumbre es de concejo
                           que todos hoy nos hartemos,
                           que mañana ayunaremos.

                           Honremos a tan buen santo
                           porque en hambre nos acorra;
                           comamos a calca porra,
                           que mañana hay gran quebranto.
                           Comamos, bebamos tanto
                           hasta que nos reventemos,
                           que mañana ayunaremos.

                           Bebe Bras, más tú Beneito.
                           Beba Pedruelo y Lloriente.
                           Bebe tú primeramente;
                           quitarnos has dese preito.
                           En beber bien me deleito:
                           daca, daca beberemos,
                           que mañana ayunaremos.

                           Tomemos hoy gasajado,
                           que mañana vien la muerte;
                           bebamos, comamos huerte,
                           vámonos carra el ganado.
                           No perderemos bocado,
                           que comiendo nos iremos,
                           y mañana ayunaremos.

22/3/12

Boicot al consumo como alternativa a la huelga

Hay mucha gente, entre la que me cuento, a la que no es posible hacer huelga el próximo día 29 por diversos motivos que se pueden resumir en que —ateniéndose a lo que una huelga laboral significa, que no es otra cosa sino la suspensión unilateral y voluntaria por parte del trabajador del contrato que lo une a una empresa—, al no haber relación contractual con empresa ninguna, es imposible suspenderla: el caso más claro, evidentemente, es el del parado. Pero hay otros como el de: jubilado; en baja por enfermedad; nombramiento de —la mayor parte de las veces infames y abusivos— servicios mínimos; cierre empresarial —"para evitar problemas", suele decir en la ocasión el empresario que practica el lock out—; presiones insoportables del empresario al trabajador para amedrentarlo e impedir que haga huelga; y otros casos que probablemente se me escapen.
       Pero ¿qué pueden hacer quienes estén —estemos— en alguno de estos casos para protestar contra la llamada "reforma laboral"? Se me ocurre que una alternativa podría ser el boicot al consumo. Hay que tener en cuenta que actualmente el trabajador —¿ya nos hemos olvidado de la condición del trabajo como maldición divina?— sufre una doble explotación en forma de tenaza: la de trabajador como tal y productor muchas veces de inutilidades y la de consumidor de estas mismas inutilidades que él produce. Nada mejor por tanto para quien no pueda hacer huelga que rebelarse aunque sea por un día, como la huelga, contra el consumo. Si se piensa, hay muchísimas cosas de las que ese día podemos prescindir.
       Se me ocurren, a bote pronto: a) no comprar el periódico b) no bajar al bar ni para desayunar ni tomar café siquiera c) abstenerse, por supuesto, de comprar en ningún gran centro comercial del tipo ¡Qué Corte Tan Inglés!: ni entres siquiera, que la carne es flaca d) no comprar en el súper ni el pan: supongo que nos podremos pasar un día sin comer pan tierno e) no acudir al centro de salud y similares salvo en casos extremos e inevitables: también se puede aplazar la visita f) no jugar a ninguna de las mil loterías y quinielas que la explotación estatal nos ofrece: esta medida muy bien la podrías mantener hasta el día del juicio final por la tarde: ¡que apuesten ellos! g) no usar el coche h) no encender la televisión —si la familia te lo permite—: ¿no podrás pasarte un día sin mirar memeces y sin tragarte publicidad? ¿sin ver el partido del siglo? ¿que ese día no hay partido del siglo? ¿cómo que no, si todos los días hay?
       De momento la imaginación no me da para más, pero seguro que hay muchas más ocasiones de plantarle cara al consumo: yo, desde luego, lo haré en todos los casos citados en los que tenga opción y en los que se me vayan ocurriendo.
       Por supuesto, el boicot no tiene por qué ser sólo una opción de quienes no puedan hacer huelga. Se pueden hacer las dos cosas: huelga y boicot.

P. S. Esta posibilidad de boicotear la pueden usar sus señorías los diputados y senadores ante la duda que parece que les asalta de si ellos pueden o no hacer huelga.

Nota añadida el 27/03/12 tarde.
Acabo de descubrir el siguiente vídeo con el que si no estoy de acuerdo en todos sus términos, empezando por el título —yo prefiero 'boicot' en vez de 'huelga'— y acabando con la idea implícita, que siempre me ha parecido profundamente reaccionaria y de derechas, de que todos-los-políticos-son-iguales, creo que como ilustración a mi comentario sirve.

20/3/12

Falaz conmemoración

Se celebra con gran fanfarria el segundo centenario —¡ah, los números tan redonditos, la fe en ellos!— de la constitución del 1812, y el inefable Rajoy aprovecha para hacer campaña, que para eso está en Andalucía, justificando sus reformas aludiendo al liberalismo de entonces. Este hombre va a terminar superando a Aznar en lo que a falta de escrúpulos complejos se refiere, y mire usted que el otro puso alto el listón. Y es que hace falta desfachatez para sugerir el liberalismo de los sedicentes liberales de ahora con los de aquellos años. Más bien, si hubiera que identificar a la derecha actual con alguien, sería con quienes gritaban aquello de "¡Vivan las caenas!", porque cadenas significa aherrojar a los pies del Capital —¿de los "emprendedores"?— los derechos de los trabajadores con la reforma laboral neoliberal o séase con el abaratamiento y facilitación del despido y el planchado de los derechos laborales.
       Por otra parte, en las celebraciones, cuya mayor parte de los celebrantes, incluido el propio monarca, quien parece que lo único que lee son los discursos que le escriben y no sé si algún prospecto de medicinas, no habrá leído la constitución que tanto alaban, no se le ha ocurrido al Rey, paralelamente a como Rajoy ha hecho, que he mencionado antes, reclamarse heredero del nefasto Fernando VII: alguien le habrá advertido que ni se le ocurriera hacerlo.

P. S. Últimamente, cada vez que se juntan unos cuantos alrededor del Rey le dedican un "aplauso cerrado", no sé en razón de qué, tal vez en desagravio —¿?— por lo del yerno, pero que parece más propio de súbditos —condición que se supone que aquella constitución pretendía abolir— que de ciudadanos.

19/3/12

No hay felicidad completa

Sales esta mañana a andar. Temperatura fresca, ideal para hacerlo a paso vivo, nada de pasear. Te encuentras las calles semivacías. Al parecer todo el mundo se ha pirado a las fallas, a soportar petardazos, a hacer la ofrenda floral a la virgen, a asistir a alguna corrida de toros: "La España de charanga y pandereta, / cerrado y sacristía, / devota de Frascuelo y de María...". Muy bien: que tarden en volver, no tenemos prisa porque lo hagan, no echamos de menos a los autos. Pero en esta caminata con las calles semivacías no podía faltar un incordio: las bicicletas de los domingueros circulando por aceras-bicis y por aceras y por donde les sale, que para eso son ecológicos, ¿verdá usté?

P. S. añadido a las 11:10. Nada más terminar el comentario anterior leo en El País de hoy una carta al director —sección, por cierto, de las mejores del diario— con el título de Una bici atropella a mi hija, firmada por Daniel Bernal Pina, de Zaragoza. La reproduzo íntegra porque me parece interesantísima:

«Se llama Eva, tiene 4 años, e iba conmigo de la mano por la acera. Una bicicleta se le echó encima (en la acera) y la tiró al suelo clavándole el manillar.
          Una herida en la clavícula, un susto, un padre cabreado, y una ciclista que dijo “perdón” y se largó.
          No sé como quedará la normativa en Zaragoza para que las bicicletas circulen por la acera, a pesar de lo que digan tribunales y demás, pero ¿qué tenemos que hacer los peatones? ¿Qué nos queda? Si la bicicleta es un vehículo, a la calzada. Si los peatones no podemos andar por el carril-bici, ni por las aceras invadidas de bicicletas, ni por la calzada llena de coches, ¿la ciudad no es para mí?
          No enérgico a la circulación de bicicletas por las aceras en Zaragoza. Si es que la opinión de los peatones aún cuenta... parece que contra el negocio de la Bici tenemos poco que hacer. ¿Demasiados intereses?
          No puedo permitir que atropellen a mis hijas en la acera.»


Fin de la trascripción.

¡Bicicletas por las aceras, NO!

17/3/12

Prensa y publicidad

Hacía meses que no compraba El País de los sábados. Llevo, por otra parte, años comprándolo sólo dos días a la semana, lunes y jueves, y en agosto ni eso siquiera. Hoy sábado he picado y lo he comprado —al precio de 1,50 euros, aunque esto ya lo sabía— y me he encontrado con dos tochos publicitarios, en papel couché a todo color, de unas 50 ó 60 páginas cada uno, que han ido directamente al primer contenedor de papel que me he encontrado. Que se amortice al menos en algo el despilfarro de papel.
              El pasado lunes 12 el diario avisaba de la subida del precio de lunes a viernes de 1,20 euros a 1,30, justificando la subida por "el contexto adverso de la crisis económica [¡cómo no!] y la consiguiente caída de la publicidad". Cursiva mía. Y aquí, en esa explicación, es donde, quizás sin querer, enseña el periódico la tramoya del negocio de la prensa, que no es otro que el de la publicidad: un negocio de venta de publicidad con el pretexto de las noticias.

13/3/12

Miscelánea (6)

Desde mi ventana. Una mujer se dispone al borde de la acera a cruzar la calzada por un paso de cebra. Pasa un coche y otro y no sé cuántos más sin detenerse. La mujer baja del bordillo y sigue esperando a que alguno tenga la amabilidad. Al fin se decide a tomar la iniciativa y cuando está en mitad del cruce un coche la pasa por delante de sus narices. Detrás de éste no viene ningún otro, a menos a corta distancia. La mujer consigue llegar al otro lado. ¡¡¡Golfos!!!

***

Le leí a Savater hace años —no sé cuántos, pero desde luego antes de que terminara en la Upyd— algo como: la tendencia del discurso televisivo es, como la del discurso escolar, a ponerse al nivel del más tonto. (Cita no literal).

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Oigo en un telediario a un locutor de voz nasal: "Sale a la calle el preso común más antiguo de España". Cursiva mía. ¿Preso común? ¿preso común? ¡Ah!, ¿pero es que hay otra clase?

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Por favor, ¿hay entre el público algún psicólogo de masas que me pueda explicar a qué viene —de unos pocos años para acá— la hiperinformación meteorológica? ("metereológica", dirían algunos parlas).

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La antedicha parece querer competir en extensión, prolijidad y aburrimiento con la deportiva, alcance difícil porque si a la primera se le puede unir el prefijo 'hiper', para la segunda, o séase la deportiva, no hay prefijo que valga, como no sea el amonto-namiento de estos, algo como: hiperhiper...hiperinformación.

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De la determinación astral de nuestras vidas a la determinación genética. ¡Qué adelantos!

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No hay bien que por mal no venga. Cada vez que veo imágenes de la duquesa, las relaciono con el palacio de las Dueñas, y éste a su vez con los versos del poeta: «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, / y un huerto claro donde madura el limonero».
(Esta anotación la tenía desde hace meses, sin llegar a publicarla porque me parecía corta para una entrada, cuando la boda de la de Alba. Ahora encuentra acomodo aquí, en esta miscelánea, recurso éste, por cierto, al que últimamente le estoy cogiendo gusto).

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Lo confieso: yo también asistí a la manifestación del pasado domingo 11 contra la reforma laboral. Soy uno de esos que cometieron la "indignidad" —la extrema derecha dixit— de manifestarme el mismísimo 11M contra la indignidad, ahora sí, de una reforma ultraliberal que lamina e intenta reducir a polvo cualquier derecho laboral.

                  
Otras misceláneas
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