Se dispone uno a cruzar un paso de cebra y un conductor le hace señas con la mano —a veces con un enérgico cabezazo— para que pase. Qué amable, se podría pensar, pero no: uno sospecha que es un gesto imperativo para así evitarse parar o reducir la velocidad, que es lo que tienen que hacer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario