29/11/12

Nadie va a la playa

No es porque no estemos en temporada, pues a lo que me refiero es a que desde hace años, ni en verano ni en ninguna otra estación, ni en vacaciones ni en puentes, nadie —bueno, casi nadie— va a la playa, sino que, en todo caso, a donde se va es a la playita. En efecto, sin saber de dónde surgió la moda (aunque muy probablemente de los medios de comunicación, como todas las malas costumbres —je je—), a mucha gente le ha dado por hablar en diminutivo. Y así se hacen un viajecito y se van a la playita y se dan un bañito y toman el solecito y una cervecita —¡pero no una cocacolita!— e incluso un cafelito. Y se ven una peliculita. Hay quien no lee un libro sino un librito, aunque no un periodiquito. ¡Bastaaa!
          Toda la vida, como no podía ser de otra manera, se han utilizado diminutivos, forman parte del lenguaje, pero lo que está pasando de unos años para acá es estomagante, empachoso. Así lo llevaba uno notando desde hace tiempo, con el temor de si sería una manía mía, por lo que al ver ayer en El País la genial viñeta del Forges me llevé una alegría en el sentido de que no es una manía personal puesto que hay otros, como estupendos dibujantes, que también lo han advertido. ¡Uf, menos mal: no era una paranoia! Es la estupidez de algunas modas en el habla.

28/11/12

El ayuntamiento de Alcorcón, de piñón fijo

Hace tres semanas envié al ayuntamiento una sugerencia en imeil a una oficina que se inventaron, a la par que se han cargado la institución del defensor del ciudadano, que se llama algo como oficina de sugerencias y reclamaciones. El imeil era:

«Esta mañana [8 de nov.] sobre las 10 he pasado por la calle Doñana y había un operario del ayuntamiento con la típica sopladora de hojas a fin de hacer montones con ellas para recogerlas. Hasta aquí, normal. —Vamos si lo de "normal" tiene que incluir aceptar y aguantarse con el estruendo de esas máquinas—. Lo característico de hoy era que llovía a cántaros con lo que las hojas, pegadas al suelo, supongo que al operario, provisto de su propio paraguas, agarrando éste con una mano y con la otra la sopladora, le estaría costando lo suyo hacer el trabajo, al mismo tiempo que levantaba, más que las hojas, verdaderas cortinas de agua. Lo he comentado en una tienda cercana y el dependiente ha apostillado algo como que: menos mal que no están regando, porque a veces lo hacen.
Y esta es mi sugerencia: ¿No podrían suspender este tipo de trabajos cuando el tiempo así lo aconseje?
Saludos».

La escena era para haber hecho una foto. Pues bien, hoy por la mañana después de como hora y media fuera de casa he vuelto y me he encontrado en la calle con el mismo panorama que al salir: una barredora de hojas pasando por los bordillos de la calzada, siempre y cuando los coches, estacionados debida o indebidamente, no le impidieran acercarse.
(más bien aspiradora... o quizás sería mejor decir aspiradora/esparcidora, en todo caso lo que meten esos artilugios es un ruido del demonio, lo cual a su vez confirma algo que he dicho en otras ocasiones: que el ayuntamiento es una de las fuentes principales de ruido).
Debía de hacer un viento de unos 30 km/h por lo que era digno de ver cómo a medida que la máquina aspiraba una mínima parte de las hojas, automáticamente el escaso espacio liberado quedaba de nuevo cubierto. Esta labor de recogida de las hojas, no ya sólo cuando hace viento fuerte como hoy sino con el viento en calma, me parece estúpida e inútil y podría hacerse de forma más espaciada, sobre todo si la recogida es de los bordillos, como he visto tantas veces, quizás casi a diario por mi calle, o del césped, que no se sabe muy bien qué mal causan las hojas en él... ¡Ah sí!: A lo mejor lo que pasa es que les estorban a los perros y a sus amos cuando entran a cagar en él. (Cuando entran a cagar los perros).

En fin, parece que esto tiene difícil remedio porque debe de haber una programación de tareas que parece ser que la rutina y la burocracia municipal es incapaz de cambiar.

P. S. Estas actuaciones a piñón fijo no son cosa del ayuntamiento actual: ya se daban con el anterior. De modo que nadie se haga ilusiones. La inercia municipal les agarrota a todos.

Otro P. S. Mientras escribía este post ha pasado al menos tres veces la máquina por delante de mis ventanas —ha llegado un momento en que he dejado de prestar atención—, por los mismos bordillos. ¡Acojonante!

26/11/12

Contra la violencia de número

Al enterarme de la convocatoria, dentro de la categoría que podríamos llamar Eldíade, del día contra la violencia machista me ha dado por pensar que, ya puestos a hacer DÍAS-DE, quizás habría que convocar uno que se denominara Día contra la violencia de número, a ver si sirviera para algo como que la violencia de la policía, muy probablemente ilegal en ocasiones, contra los más variados manifestantes dejara de quedar impune como debe de ocurrir a pesar de imágenes obvias —de ahí el intento de prohibir tomar imágenes de la policía en las manifestaciones—.
        Tras el consabido anuncio de alguna autoridad policial de abrir un expediente —si el escándalo de una actuación de los números, que se decía antiguamente, fuera difícil de contrarrestar— para "aclarar lo sucedido", ese expediente termina archivado sin más y seguido, como consecuencia, de impunidad. Impunidad favorecida por esa especie de plus de valor de la palabra de un policía respecto a la palabra de un ciudadano del común y por el corporativismo, siendo éste uno de los obstáculos más difíciles de remover: ni a empujones cuando de la policía se trata.
        Se podría incluso hablar de una especie de violencia coactiva —¿virtual, que dirían hoy?, ¿psicológica?, ¿preventiva?—, puesta ya de manifiesto, sin llegar a la violencia física, sin haber entrado en faena, con la exhibición de agentes armados hasta los dientes, con sus botazas, escopetas, vergajos, cascos y égidas. ¿A que ya sólo con eso acojonan?
        De modo que sí: contra las violencias de género... y número.

23/11/12

Breve

[VII]

Voy por la calle, y en lo que suele ser escena cotidiana, que aceptamos con absoluta mansedumbre, me encuentro con un conductor tocando el claxon a troche y moche. Lo típico: un colega, en doble fila, le había tapado la salida. Me quedo mirando y digo: "¡Lástima de multaza!". El pitador: "Sí, es lo menos que se merece". Yo, mientras señalo al otro y reanudo la marcha: "¡Ah, sí: ese también!".

21/11/12

Sofismas del presidente

Nos cuenta el jefe del gobierno (español), sacando pecho, presumiendo,
(en el afán que caracteriza a su partido por intentar dañar al Psoe, venga o no a cuento y aprovechando la más mínima oportunidad),
que el suyo ha sido el primero en hacer algo para parar desahucios —el primero "que ha tenido la sensibilidad", ha dicho el tío—. Aunque eso sea verdad formalmente no por eso deja de ser un sofisma, porque es una pena que esa sensibilidad se le haya despertado estando ya en el gobierno y no lo hicera antes, estando en la oposición, con lo que habría podido hacer propuestas al gobierno de entonces o haber incluido la posible solución en su programa electoral: habría quizás ahorrado muchos sufrimientos a tantas víctimas de desahucios; desahucios que no creo que empezaran ayer precisamente.
(pero es que aunque hubieran empezado ayer, cosa que es claramente falsa, entonces el sofisma consistiría en sacar pecho como si otros hubieran tenido oportunidad de haber puesto remedio y no lo hubieran hecho),
Lo que pasa es que hasta que no ha habido unos suicidios por acá y unas protestas por allá el problema no ha saltado a los medios, y ya se sabe que hay problemas que hasta que no salen en la televisión no existen, y de estos, de los que existen televisamente, algunos tienen posibilidades de considerarse tales problemas por parte de los mandamases. Así es que en el caso de los desahucios, tanto al gobierno como a su oposición, el asunto les ha pillado a contrapié y ha sido entonces, con la escandalera consiguiente en los medios —uniéndose a ella los jueces, a quienes, por cierto, no sé quien les ha dado vela en el entierro de las leyes injustas—, cuando se les ha despertado la sensibilidad. Oportunismo se llama esta figura, lo cual no quita para que uno se alegre por aquellas potenciales víctimas de la banca que se puedan ver beneficiadas.
          Por si fuera poco presumir de medidas, el JEFE ha agregado que está seguro de que serán eficaces —menos mal que el menda no ha empleado la expresión con la que en cierta ocasión se cubrió de gloria al asegurar: "tengo la firme convicción moral...", porque ya se sabe lo que hay que hacer con las convicciones morales de este señor, sobre todo si son firmes—. Eficaces ¿para quién? Para las "familias vulnerables". Pero ¿cuáles son éstas? Pues las que el decreto de las dichas medidas define como tales al establecer los criterios que tienen que cumplir. Son unos maestros de la falacia, del engaño, de las medias verdades.

19/11/12

Nuevo diseño urbano

PASO DE BICICEBRA

que el dibujo es una chapucilla, pero es que lo he hecho con retazos de aquí y de allá y mi técnica es bastante rudimentaria, no da para más. (Quizás lo mejore con nueva edición). Pero algo habrá que intentar en contra de la circulación de bicicletas por las aceras; algo en la guerra de peatones contra la circulación de bicis por las aceras: una guerra declarada por los ciclistas con la colaboración del populismo, la vulgaridad y el papanatismo municipales... No hay por qué añadir "del ayuntamiento de Alcorcón" porque, me temo, éste es tan populista como cualquier otro ayuntamiento.

15/11/12

Trapiello sobre la huelga

Revista de prensa

De todo lo que he leído sobre la huelga —aunque tampoco es que haya sido mucho— lo más razonable me ha parecido el comentario de ayer de Andrés Trapiello, en su blog, titulado Servicios mínimos (y más de última hora).

«EN este almanaque uno no es asalariado ni siquiera de sí mismo, puesto que se lo da gratis a sí y gratis es también para los que pasan por él, de modo que difícilmente podría hacer huelga de nada. Ahora, nadie le impedirá a uno ponerse del lado de los que hoy van a ella. Hay razones sobradas. Los patronos, banqueros, gubernamentales, pequeños comerciantes, esqui-roles, desengañados, desencantados y escépticos dirán que con estas huelgas no se consigue nada más que empeorar nuestra situación. ¿Más? ¿No se han detenido los desahucios? ¿Se les ocurrió hacerlo en primera instancia a los bancos, a los gobernantes, a los políticos?
Aquí no puede uno hacer huelga, pues, pero nadie tampoco podrá impedir que aproveche los servicios mínimos para animar a hacerla a quienes puedan secundarla.

(Añadido a las 18:02. Si es verdad que el Pp ha cuantificado el coste de la jornada en 4.000 millones "que podrían destinarse al gasto social" o que el equivalente de las pérdidas equivale "al 80% de los desahucios", no están diciendo, como alguien ha podido suponer, llamándose a engaño, que ese dinero podría salir de las pérdidas de los patronos, sino de los salarios. En otras palabras: le están diciendo a la clase trabajadora que los problemas sociales se arreglarían si la gente trabajara gratis y entregara sus salarios para esas mejoras. Si no es así, el Pp y los patronos deberían ser más claros y decir: "No vayan a la huelga, trabajen, y nuestras ganancias de un día, las que dejaríamos de percibir si hicieran huelga, las entregaremos íntegras para evitar desahucios o para destinarlas a gastos sociales).

[...]

(Añadido a las 20:06. Ningún día ha estado uno más activo en este almanaque. Será la huelga).

(Añadido a las 20:06. El hecho de que los manifestantes hayan calibrado en un millón el número de asistentes a la manifes-tación de Madrid, no le da derecho al Gobierno a decir que eran... ¡treinta mil! Eso es, sencillamente, una desvergüenza. Saben de su mentira no sólo los que han estado allí. Basta ver las imágenes de la televisión, de su televisión)
».

Fin de la trascripción.

13/11/12

A un burro

Bien, ya vale de entretenerse con las mamarrachadas de un político municipal o de sus lacayos. El título de esta entrada no tiene nada que ver con el munícipe de las dos entradas mías anteriores. Ahora sigo con mi homenaje particular a Agustín García Calvo, asunto mucho más placentero. En esta ocasión, volviendo a la lírica, ahora de modalidad más bien asnal, con la introducción al libro A la muerte de un burro, animal que debe —así en tiempo presente porque me resisto a usar el pasado— de representar como una especie de tótem para Agustín y no, como se verá, una mascota al uso. Dicha introducción —con número 0— precede a las once endechas que cantan al burro muerto. Le siguen las endechas nums. 1 y 11.

«y viva con el mío tu recuerdo»

0

Quiero cantar la muerte de un burro. A ver, y ¿qué pasa?:
¿qué es ese frunce de cejas, o compasivo meneo
del coco, o risillas ahí por detrás? Quiero hacer que resuene
"Lo han matado", y que estas ardientes lágrimas pocas
se hagan tinta de imprenta, hasta, si es preciso, de rollo
de ordenador, por si puede una vez servir para algo
tanta informática ganga de Dios, y que suene a millones
"Era bueno, y por eso me lo han matado. No era
mío, ni suyo tampoco, y por eso era bueno, y por eso
ha tenido la Realidad que matármelo". ¿A alguien
le amosca o mosquea oír esto? Acaso usted me confunde
con esas mamás o maridos de su gatita o perrazo,
que los someten al Régimen del Dinero y les compran
potitos en lata; o quizá quiera aún recordarme que ésos
resultan ser los más propios para estofar, si les mandan,
judíos en horno o dejar que les pasen por la pantalla
rosario de críos secándose de hambre al pie de las rutas
turísticas de África. Bueno pues mire: si a estas alturas
no distingue usted el amor que le venden de algo
que quede de amor sin nombre ni ley latiendo por bajo
de la Realidad, pues váyase usted con Dios y a lo suyo,
y observe cómo me vibra el dedo medio por entre
el índice y anular. Yo canto un burro y la muerte
en él y por él, y a la vez que me nubla el alma esta sombra
de burro que me ha dejado detrás, a la vez una ira
me hace clamar que no ha muerto, que lo han matado, y
                                                                               [que ha sido
quien mata el amor. Y el que no pueda oír, que se compre
                                                                                    [su gusto
de literatura y se tape con el papel las orejas.



1

                      Tus orejas largas peludas
                      cuántas veces habré sobado,
                      según te traía unas gruesas
                      cáscaras de melón acaso,
                      que tú las ronchabas goloso
                      con aquel ruido fresco y franco
                      de tus dientes y tus quijadas,
                      que me sonaba al más preclaro
                      silabeo de poesía
                      que jamás hubiera sonado;
                      con que a la par, agradecido,
                      te espantaba de los párpados
                      las moscas, por puro juego,
                      porque tú no hacías ni caso
                      de las moscas que por gozarte
                      se arracimaban al reclamo
                      de tus zumos y tus sudores,
                      y fieles que te eran tanto
                      que seguro que sin ellas
                      ni sabrías que era verano;
                      y entonces la mano alzaba
                      a tu testuz (tan grande y alto
                      que eras tú, que para alcanzarla
                      tenía que estirar el brazo),
                      y rascaba entre las orejas
                      enhiestas, y quizá al paso
                      una de ellas te la doblaba
                      para adelante, con cuidado
                      de que no te me incomodaras
                      (con lo poco que de arrumacos
                      y de mimos eras amigo,
                      y aun arisco de cuando en cuando),
                      mientras te susurraba algunos
                      despropósitos articulados;
                      que yo no sé si tú oías
                      con tus largas orejas algo,
                      ni puedo yo oír los sones
                      que tú oyeras ni adivinarlos;
                      pero es que se me había hecho
                      tan cierto, al correr los años,
                      que la sola virtud del mundo
                      es oír y que, si algún sabio
                      se quisiera alabar, tan sólo
                      OYÓ pondría en su epitafio,
                      que por eso tal vez había
                      tomado tal cariño, asno,
                      a tus largas orejas grises,
                      al respingo empingorotado
                      de sus ternillas, a los pelos
                      enroscándose entrecanos
                      por dentro, y por de fuera al roce
                      de los breves pelillos ásperos;
                      y no me cansaba, burro,
                      si me dejabas, rato y rato
                      de palpártelas y halagártelas,
                      por más que sabía, claro,
                      que me iba a poner los dedos
                      inudridos del negro rastro
                      de tus sudores y del polvo
                      con el sudor apegotado
                      y que luego, por miramientos,
                      tendría que ir a los lavabos
                      y a jabón y grifo tendría
                      que lavarme de tí las manos.
                      Y ahora me las miro, y nada
                      en el cuenco veo ni palpo
                      de tus orejas ni tu lomo
                      ni tus ijares ni tu rabo
                      ni tu masa, ni un pelufillo
                      entre las uñas olvidado;
                      y me las huelo, y no me queda
                      nada de tu olor ni resabios
                      de tus sudores y tus mugres,
                      de tu aroma bravío y manso,
                      ni nada más que esta sombra
                      de burro muerto entre las manos.


11

                 Al burro muerto, la cebada al rabo.
                 Así dice la gente; y se diría
                 que, quien sea, lo dijo, al fin y al cabo,

                 por ti, burro, por ti, para que un día
                 pudiera quien leyera mi diserto
                 sermón y quejumbrosa letanía

                 volverlo en contra mía y, no sin cierto
                 retintín, por hallar escapatoria
                 de la razón, decirme "Al burro muerto..."

                 Y también es verdad: toda la gloria
                 con que mis versos puedan coronarte
                 no hará un asno carnal de tu memoria,

                 no hará latir tu corazón el arte
                 de los números varios de mi juego,
                 ni podrá la razón resucitarte:

                 cebada al rabo todo. Pero ¿y luego?:
                 se creerán que yo, en cambio, de esta hecha
                 sí que meto caudal para el talego,

                 que nombre y fama me dará tu endecha,
                 hasta el Gran Premio Interastral, si cabe,
                 y que en vida tu muerte me aprovecha.

                 Quien se eche tales cuentas ¡qué mal sabe
                 las leyes del mercado de los ruidos!:
                 que no puede pasarme nada grave,

                 porque se premia lo que a los oídos
                 de nadie va a hacer mal, ni nada bueno,
                 y tan sólo se venden los vendidos.

                 No hay miedo, pues, de que me quede lleno
                 con tu falta, borrico, o que me pague
                 el mundo por cantarte a ti este treno.

                 Claro que puede que, cuando se apague
                 la barahunda al fin del noticiero
                 cultural, haya alguno que naufrague

                 en estos versos y, al sentir el fiero
                 rejo en el corazón, tal vez murmure
                 "Pero esto es algo: algo verdadero",

                 y entonces ya mi fama cunda y dure,
                 nos comente en sus cátedras la Alma
                 Mater y algún congreso que inaugure

                 para estudiarnos, asno, en cuerpo y alma.
                 Sólo que no estaré; ni, cuando al cabo
                 vengan a hacerme entrega de la palma,

                 manos tendré, ni sentiré que el nabo
                 se me endereza oyendo su alabanza;
                 o sea que —ya ves— cebada al rabo.

                 Y ni eso:¡si era todo chanza!
                 No me mires con esos ojos, burro:
                 ¡como si yo tuviera ni esperanza

                 ni fe en el tiempo! Yo jamás me aburro,
                 lo cual prueba que ya ni sé a qué suena
                 lo de 'mañana'; siento que me escurro

                 a un mar sin fin, y al par en su serena
                 hondura yo, yo mismo, me diluyo;
                 así que ya tú ves, en esta vena,

                 qué puedo yo saber de cuál ni cúyo
                 va a ser el mundo que a mi muerte siga
                 y que mío no sea ya ni tuyo:

                 no creo en que haya un mundo que prosiga
                 sin mí, pero, por no creer, ni creo
                 que no haya nada. Así que no se diga

                 que, por desdén del póstumo trofeo,
                 también al vago limbo a ti te arrastro
                 y te devano con mi devaneo.

                 cuando siento tan vivo aquí este rastro
                 de tu piel y sudor y tal me brilla
                 tu ojo de azabache como el astro

                 de la tarde al morir; y, si me humilla
                 tu muerte, no me roba, no, la alhaja
                 de haber gozado de tu maravilla.

                 Pues ya ves: te he bordado la mortaja;
                 y, mientras yo por el sinfín me pierdo,
                 ten esta embuesta de dorada paja,

                 y viva con el mío tu recuerdo.

11/11/12

Así se las gasta el alcalde de Alcorcón (2)

Ayer sábado 10 de noviembre envié al blog del alcalde —al post que cito en mi entrada anterior— el siguiente comentario (literal):

«Hay un blog muy interesante que habla sobre estos temas con unos comentarios muy atinados:

http://gran-superficie.blogspot.com/

Saludos».

Como cualquiera puede ver, el texto, si es que se le puede llamar así, de puro neutro resulta inocuo, no dice nada. El supuesto blog al que remitía me lo inventé, no existe. Lo hice para poner a prueba al alcalde —o al lacayo que le administre el blog—, a ver cómo actuaba, para comprobar si, en el momento en que viera el remitente, se lo cepillaba, como así ha sido.
          O séase que el ínclito demócrata, el campeón de la par-ti-ci-pa-ción-ciu-da-da-na y bla-bla-bla ha picado, ha demostrado que tiene una lista negra, tiene miedo a leer cosas que no le gusten. Si no fuera así, el demócrata de pro habría dejado mi comentario, incluso en el caso de que hubiera tratado de enlazar el falso blog: ¿qué problema habría en dejar mi comentario sin borrar? Este sujeto, fuera de los plenos en los que maneja a su antojo el turno de palabra —he visto algunos videos—, tiene más miedo que falta de escrúpulos, digo... de complejos, y eso que ésta es inmensa. ¡Que le zurzan!

9/11/12

Así se las gasta el alcalde de Alcorcón

En los últimos días he enviado cuatro comentarios al blog del alcalde, concretamente a una entrada suya que tituló, tan torpemente como son sus escritos, El ocio juvenil, un asunto vital, comentarios que han sido borrados tantas veces como los he reenviado, que han debido de ser ¡más de quince! Los copio literalmente a continuación, y de ellos y del hecho de haberlos borrado —don David o algún lacayo suyo, pero el careto es de él— se deducirá el talante democrático del señor Pérez, alcalde que padecemos en Alcorcón. He aquí los dichos comentarios:


[05/11/12 19:37]

Yo añadiría otras cuatro edificantes "alternativas" para que sean diez:

Una. Practicar el botellón legal, acudiendo a las terrazas de veladores, siempre que los jóvenes tengan trabajo —nada improbable con el crecimiento disparado del empleo: gracias, señor Presidente— y posibles para gastarlos.
Dos. Acudir al Creaa. Se aconseja esperar a que lo terminen.
Tres. Ir a jugar, y a lo que el invento ofrezca, al Eurovegas. Eso sí: a los mayores de 18 años o a la edad que el gobierno fije mediante oportunista —digo oportuno— cambio de ley —que para eso tienen mayoría aplastante, digo absoluta— para la mayoría de edad. Y
Cuatro. El rezo del santo rosario.

De nada, señor Alcalde o a quien se encargue de este blog: mi colaboración es gratis.

***
[07/11/12 12:15]

¡Cómo son estos jóvenes! ¿Verdá usted?, quien quiera que sea "usted": sea el alcalde o algún propio, amanuense, guardia pretoriano, secretario, asesor o negro suyo. ¡Qué manera la de usted —quien quiera... etc.— de cargar la responsabilidad en "la elección del tipo de ocio" —la jerga es de usted—, que, por lo visto, tiene hasta patrones, "modelos". ¿No se ha enterado usted —quien quiera... etc.— de que puede haber habido responsabilidades no sólo políticas y administrativas sino también penales en la tragedia? ¿Con qué derecho se permite usted —quien quiera... etc.— soltar la moralina de su artículo? ¿En calidad de qué? ¿Como alcalde de Alcorcón... si es que es usted el alcalde? ¿Como promotor político de un negocio tan ejemplar como el Eurovegas? ¿No tenía usted —quien quiera... etc.— otro enfoque para el asunto que el de la moralina obviando el que pueda haber responsabilidades? ¿Como es que le dejan a usted tiempo para escribir estas cosas las —supongo que numerosas— obligaciones de alcalde, diputado, presidente de municipios, presidente local de su partido... y tal vez algún cargo que me olvide?
Le saludo a usted... quien quiera que sea "usted". Adiós.

***
[07/11/12 22:19]

En referencia a la queja de Unknown [me refería al pseudónimo de, me parece que firmaba, Javier Delgado, quien se quejaba de que le habían borrado sus comentarios] digo que yo advertí en un momento en que entré en este blog que había nueve comentarios y a la vez siguiente, seis. Lo cual evidenciaba que habían borrado tres. No recuerdo de quién eran los borrados. Lo que sí recuerdo es que no leí ninguno que pudiera ser ofensivo. ¿Entonces? Pues la única explicación que se me ocurre es que don David, o quien le escriba el blog, tiene miedo... ¿dialéctico?, poca correa. De hecho, don David, desde que es alcalde, no contesta a comentarios. Hay otro caso semejante por ahí: uno que siendo un ciudadano del común era muy activo en su blog, sobre todo dándole caña a Cascallana —su razón de ser y su bête noire al mismo tiempo—, hasta que, nombrado director general de Nosequé por don David, dejó de contestar a comentarios en su blog, incluso usa seudónimo. ¡Ay, los neoliberales!

***
[08/11/12 13:20]

Que no, Unknown: ¿cómo puedes pensar en censura? ¿cómo puedes pensar que la personificación de la democracia, la democracia hecha alcalde va a censurar lo que no le gusta? ¡Nahhh! ¡Nada de eso!: es que los comentarios se caen. Los míos —3, uno de ellos hacía referencia a tí— ya se han caído dos veces.

Fin de la trascripción.

Apéndice añadido el lunes 12 de noviembre a las 11:02

[Es el último comentario enviado el pasado viernes 9 a las 17:46 al blog de Pérez]


«He conseguido que mis comentarios permanecieran publicados durante horas, días, superando la incompetencia del alcalde para evitar que se cayeran o burlando el celo vigilante —¿exceso de celo?— de algún sirviente pretoriano. Es de suponer que sea esto último porque es inimaginable que el alcalde de una gran ciudad como Alcorcón —por muy escaso que sea su sentido del ridículo, y bien escaso que lo es— se pase horas pendiente de su blog para borrar mis comentarios. De modo que se acabó el jueguecito. Pero como uno también tiene su blog —http://blog-de-alcorcon.blogspot.com/—, he copiado en él los comentarios caídos en éste, con el título de Así se las gasta el alcalde de Alcorcón. Se lo recomiendo a usted, alcalde, o al mucama que le esté prestando el servicio en el blog. (¡Mire usted que si se tratara del director general de Nosequé, nombrado por don David en reconocimiento de sus méritos!). Yo por mi parte voy a procurar difundir todo lo que pueda la caída de los comentarios para mostrar el talante democrático del alcalde que padecemos en Alcorcón.
¡Adiooosss!»

7/11/12

Antipublicidad


Revista de prensa

Hablar de la genialidad de El Roto ya parece redundante, por lo que me limito a copiar la viñeta de hoy en El País.

6/11/12

Harto de El País (VIII)

Ayer envié al diario la carta que transcribo, carta que, como todas las mías, no publican ni incluyen en la edición digital. Antiguamente daban el tramposo argumento del "exceso de originales y falta de espacio". La carta:

«Hace años que me limito a comprar su diario sólo dos días a la semana, de lunes a jueves, nunca, en todo caso, ni viernes —por los kilos de papel— ni sábados —por lo mismo y por el precio, a cambio de una ridícula revistilla publicitaria— ni domingos, por todo lo anterior. Últimamente se encontraba de vez en cuando uno con la bofetada de la publicidad en la segunda página o en la última. Pero hoy se han superado: la segunda y tercera, un cartelón publicitario. Sigan ustedes así y esos dos días de compra semanal se quedarán reducidos a uno, y este uno porque necesito el papel para colocar alguna hoja en el suelo de la cocina cuando freímos, pero aún así ya veremos porque se pueden buscar otras formas de evitar los salpicones en el suelo. Y ahora van ustedes y publican esta carta. ¿A que sí?».

5/11/12

Agustín. In memoriam (2)

                                                                      Y aunque su vida murió,
                                                                                             nos dejó harto consuelo
                                                                                             su memoria
.
                                                                                                          Jorge Manrique

Si en la entrada anterior copiaba dos muestras del García Calvo lírico, ahora lo hago con otras dos del que pudiéramos llamar más político. El soneto, que va en primer lugar, debió de correr —anónimo entonces— allá por muy finales de los 50 o muy principios de los 60, cuando el ministro del Comercio de la época —untuoso y meapilas, de la Obra— implantó un llamado Plan de Desarrollo —de la economía nacional, ¿de qué si no?—.

                                Oh Ministro del Hambre y la Bambolla,
                                que quieres poner música a la dieta,
                                ya podría estreñírsete la jeta
                                o caérsete ya la sacra polla.

                                Mientras ni pan contigo ni cebolla
                                se puede aquí catar, tú la puñeta
                                nos haces por detrás con tu trompeta
                                que el Plan de Desarrollo desarrolla.

                                Vete a Bonn de una vez con tu jeringa;
                                chúpales a los boches bien la minga;
                                exporta a todo tren cabrón hispano.

                                Y si aquí hay que comerse hasta el Quijote
                                y espicharlas por Dios, ¡hostias, hermano!,
                                sea sin cachondeo ni estrambote.

La "diatriba", como la llama el propio Agustín, es, como he dicho, de hace más de 50 años, pero se me antoja que sigue vigente, ¡vaya que si sigue!

***

Y del libro Canciones y soliloquios [1982],

111

                                Cuando veas al hombre de banca
                                dinámico y grave
                                que en la ranura de su coche
                                introduce la llave,
                                mientras habla con un cliente
                                importante,
                                y con mano segura
                                agarra el volante,
                                verás, si te fijas, en el cristal
                                la cara del que sabe.

                                En la escuela, al salir de recreo
                                al patio empujándose,
                                si ves a uno que lo llaman
                                el Capacobardes
                                que le escupe en la oreja al tonto
                                de la clase
                                y se planta aguardando
                                que el otro se arranque,
                                helados de vidrio verás allí
                                los ojos del que sabe.

                                O si ves por la turbia ventana
                                de frente a su amante
                                a la querida que, ya seca,
                                se aferra al cadáver
                                de su amor, y a cuchillo dice
                                «Como escapes,
                                te lo juro, aquí mismo
                                me siego el gaznate»,
                                grabado verás en la blanca piel
                                el signo del que sabe.

                                En la foto del jefe de estado
                                que fija el instante
                                en que él, sentado ante un decreto
                                de muerte de alguien,
                                en penoso deber la pluma
                                de oro blande,
                                cuando firme la firma
                                de un trazo la trace,
                                trazada en su frente la puedes ver
                                la marca del que sabe.

                                O si no, en el neón del espejo
                                del bar de 'My darling'
                                si ves al chulo que a su rubia
                                le dice, fumándole
                                de nariz, «Que nanay, nenita,
                                que tu padre,
                                y cuidao con el rímel,
                                que no se te empaste»,
                                posada en sus párpados la verás
                                la fuerza del que sabe.

                                Y si asomas, en fin, al estudio
                                de altos cristales
                                donde el cerebro de la empresa
                                dibuja los planes
                                de la ruta futura, y corre
                                recto el lápiz
                                y a derecho y a regla
                                los borra los árboles,
                                guiada verás de la pura ley
                                la mano del que sabe.

                                Todos tienen su idea: son ellos
                                los reyes del aire.
                                Y si tú ves que, cuando a todos
                                los cierre en la cárcel
                                de los versos y que la música
                                ya se apague,
                                yo me quedo a las nubes
                                mirando distante,
                                recuérdame y dime «La veo ahí
                                la cara del que sabe».

3/11/12

«Libre te quiero». Adiós a Agustín

Me enteré ayer: García Calvo murió el día 1 de noviembre. No soy capaz de mejor homenaje que el de copiar algo (una brizna, de las más pequeñas además, un "ramo", pequeñísimo) de su inmensa producción literaria. Hasta siempre, poeta, narrador, traductor, filólogo, filósofo, ensayista, profesor... ¿Cómo pretender encerrarlo en una definición? Me parece mentira que haya muerto.

Aquí van dos conjuros —el 1 y el 4— de su Libro de conjuros, publicado en 1979.

1

A ti, negrura del agua,
madre mía, mi reina mora, raíz del mundo,
maestra de niños ciegos,
aquí te conjuro.

De pensamiento vacía
calavera, preñada de algas y escaramujos,
mi luz de mi luna blanca,
aquí te conjuro.

A ti, que nombre no tienes,
yo te nombro, y por ser quien eres y por lo mucho
que con tu falta me llenas,
aquí te conjuro.

Yo mismo, a falta de otro,
yo, al que otros dicen 'tú' para hacerlo suyo,
a ti, la que ya no eres,
aquí te conjuro.

En tu regazo y tus pechos
derramando las rosas negras y el vano humo
de letras y letanías,
aquí te conjuro.

Para que huyas y vengas
y que acudas y que te vayas, que todo es uno,
que te hundas y que amanezcas,
aquí te conjuro.

Con fuertes nombres vacíos,
ordenando tu miedo mío en dorados números
de lo hondo de mí y del cielo,
aquí te conjuro,

y por Poniente y Naciente,
por delante y por detrás, por lo alto y por lo profundo
y a izquierda y derecha mía,
aquí te conjuro.

Eh madre, aquí te conjuro,
mi verdad y mentira mía, mi propio luto,
luciérnaga de mi noche,
relámpago mudo.



4

                                Yo entonaría también una danza
                                de ti, como antaño astuto coplero,
                                que a cuentas llamaba a son de pandero
                                papas y reyes en dulce venganza,
                                cantando «Señores, dejad esperanza
                                de que os valgan honores o cargos,
                                oro ni tierra, que, cortos o largos,
                                en el osario no rige ordenanza»;

                                y añadiría en nueva mudanza
                                «Venga el pastor de empresas y bancos,
                                el que esquilaba los débitos blancos,
                                el que de crédito henchía la panza;
                                venga y suscriba aquí mi libranza,
                                venga y verá lo que vale dinero:
                                todas sus cifras verá que eran cero
                                y qué de vacío mi cuenta se danza.

                                Venga a mi cita y no se retarde
                                por la autopista a ciento cuarenta
                                el mico neumático que se revienta
                                contra el terror de que nadie le aguarde;
                                alma enlatada de esencia que arde,
                                él, que hacia todo sin fín se dispara,
                                tendrá aquí su meta: de golpe mi cara
                                la verá fija; pero un poco tarde.

                                Y tú, la clienta de las galerías
                                del supermercado, que por la escalera
                                mecánica en pos de la cosa cualquiera
                                bajabas al cielo, al limbo subías,
                                entra a mi danza, y tus chucherías
                                saldrán de la bolsa profunda hechas humo,
                                consumidora de puro consumo,
                                tu vientre sin fondo, tus manos vacías.

                                También a mi danza entrad, presidentes,
                                jueces, ministros, y cuantos prohombres
                                engorda el Estado con pienso de nombres,
                                porque a Él lo guardéis con uñas y dientes;
                                vosotros que, en toda mentira potentes,
                                matábais seguros, con fe legislábais,
                                veréis quién hacía lo que ejecutabáis,
                                veréis de qué Dios sois ciegos sirvientes.

                                Y venga» te haría cantar «a mi corro
                                el sabio, hilandero de telas de araña,
                                que hacía de yerba y sangre patraña;
                                verá qué de claro su libro le borro.
                                Ven tú también, obrero modorro,
                                que, prole criando con santo trabajo,
                                vendías la vida a jornal o destajo:
                                yo te daré libreta de ahorro».

                                Y así seguiría en fúnebre chanza
                                llamando uno a uno a todos tus seres,
                                blancos o negros, y chulos, mujeres
                                o santos, bailando en la misma balanza.
                                Pero no puedo: la voz no me alcanza,
                                y a todos llamando, no llamo a ninguno:
                                porque tú solo lo llamas a uno,
                                y uno soy yo que cantaba tu danza.

2/11/12

¿Qué ritmo?

"[...] eran [...] seis mazos de batán, que con sus
alternativos golpes aquel estruendo formaban
".
(Don Quijote, I, 20)

Lo oí el domingo en el bar —lo oí sin estar escuchando y sin importarme un comino el asunto, pero es que el sonido se metía aunque uno no quisiera— durante la retransmisión por la Tv de una carrera de motos —o de coches, no recuerdo bien—, algo como que no sé qué piloto había perdido ritmo o iba perdiéndolo.
          Al oírlo me rechinó un poco, sin darme cuenta en ese preciso momento de por qué, hasta que advertí que 'ritmo' no encajaba muy bien con la marcha de una moto —ni de un coche—, independientemente de la velocidad. 'Ritmo' implica una articulación de partes y, por tanto, un discontinuo, algo que la carrera de esas máquinas no tiene, sino precisamente lo contrario: un continuo, o algo que se aproxima mucho a ello.
          Ritmo tiene un caballo al correr, el tic tac de un reloj, el pedaleo de una bicicleta, un peatón al andar, unos versos, la marcha de un tren —bueno, ahora quizás no tanto con las altas velocidades—, el batir de las olas —¡pero no el pedorreo de las motos acuáticas!—, una pieza musical... y tantísimos casos que se podrían ofrecer. Pero una moto ¡no! De ritmo nada, sino un brooommm... brooommm: ¿es esto ritmo, señor parla de la Tv? Claro que, probablemente, el ignaro lo que quería decir era 'velocidad', pero esto es otra cosa, que no hay que confundir con el tocino... digo con el ritmo.

1/11/12

Fruta del tiempo

Para mañana, Día de los difuntos, copio el epigrama que Antonio Machado, en su poema Muerte de Abel Martín, en Cancionero apócrifo, atribuye a Juan de Mairena.

                     Pensando que no veía
                     porque Dios no le miraba,
                     dijo Abel cuando moría:
                     Se acabó lo que se daba.