[V]
«Tienen razón los que ponen de manifiesto la rebelde libertad de este miembro [cursiva mía] que tan inoportunamente se entromete cuando menos falta hace y tan inoportunamente desfallece cuando más falta nos hace, que tan imperiosamente discute la autoridad de nuestra voluntad y con tanto orgullo y obstinación rechaza nuestros ruegos mentales y manuales».
30/4/15
De los libros
26/4/15
23/4/15
Fruta del tiempo
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar...
22/4/15
18/4/15
Contar (de nuevo) la grey católica
14/4/15
Fruta del tiempo
Abril florecía
frente a mi ventana.
Entre los jazmines
y las rosas blancas
de un balcón florido,
vi a las dos hermanas.
La menor cosía,
la mayor hilaba...
Entre los jazmines
y las rosas blancas,
la más pequeñita,
risueña y rosada
—su aguja en el aire—,
miró a mi ventana.
La mayor seguía,
silenciosa y pálida,
el huso en su rueca
que el lino enroscaba.
Abril florecía
frente a mi ventana.
Una clara tarde
la mayor lloraba,
entre los jazmines
y las rosas blancas,
y ante el blanco lino
que en su rueca hilaba.
—¿Qué tienes —le dije—,
silenciosa pálida?
Señaló el vestido
que empezó la hermana.
En la negra túnica
la aguja brillaba;
sobre el velo blanco,
el dedal de plata.
Señaló a la tarde
de abril que soñaba,
mientras que se oía
tañer de campanas.
Y en la clara tarde
me enseñó sus lágrimas…
Abril florecía
frente a mi ventana.
Fue otro abril alegre
y otra tarde plácida.
El balcón florido
solitario estaba…
Ni la pequeñita,
risueña y rosada,
ni la hermana triste,
silenciosa y pálida,
ni la negra túnica
ni la toca blanca…
Tan sólo en el huso
el lino giraba
por mano invisible,
y en la oscura sala
la luna del limpio
espejo brillaba…
Entre los jazmines
y las rosas blancas
del balcón florido,
me miré en la clara
luna del espejo
que lejos soñaba…
Abril florecía
frente a mi ventana.
8/4/15
3/4/15
Variaciones sobre Bécquer
Sobre la rima LIII
Volverán los latosos automóviles
por tu calle sus rüidos a cascar,
y otra vez con la peste a tus narices
atufando llegarán.
Pero aquellos que en el puente se chocaron,
otro accidente y muerto al contemplar,
aquellos que tu cara vieron, ¡Parca!...
¡ésos... no volverán!
Volverán los latosos medios-parla
por sus ondas el número [de muertos] a admirar,
y otra vez con la cantinela a tus oídos
atronando llegarán.
Pero aquellos que en el puente se chocaron,
otro accidente y muerto al contemplar,
aquellos que tu cara vieron, ¡Parca!...
¡ésos... no volverán!
Volverán los "pata-de-goma" en tus oídos
los claxonazos-rebuznos a sonar;
y tu corazón de su profundo sueño
tal vez... no despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., ¡auto!,
¡así... no te querrán!
Que don Gustavo Adolfo me perdone.