25/6/14

Breve

[VIII]

Ante la afirmación, por lo demás cargante, de los monárquicos de pro —a los que se han unido otros muchos de última hora— de que el Nuevo está "muy preparado", los republicanos de pro se han puesto a negarlo: que no, que no está tan preparado vienen a decir. O séase que han mordido el anzuelo —si es que a aquellos en su afirmación se les atribuyera intenciones de pescar— y han entrado en el juego en vez de negar la monarquía como tal, independientemente de que su titular concreto sea un sabio o un berzas... que de todo puede haber, por supuesto. Pero esa no es la cuestión: la verdadera cuestión es si es legítimo que la jefatura del estado sea hereditaria, que yo creo que no. Lo demás son pasatiempos y distracciones.

23/6/14

La TV, en la salud y en la enfermedad

He pasado una temporada de estancia en un centro con gastos pagados por cuenta del estado, no de vacaciones, precisamente, sino más bien hospitalario, de los "públicos", que les llaman, aun siendo cada vez más difícil distinguir 'público' de 'privado'.
         El caso es que me tocó compartir habitación con otro, como sucede, por otra parte, en la mayoría de hospitales de la seg. social, si no en todos. En la habitación no podía faltar el aparato de televisión —ya se sabe: en lo alto, frente a las camas de ambos ingresados—, que funcionaba alimentándolo con monedas. Como alérgico a la televisión tuve una inmensa suerte porque el compañero, quizás porque no veía bien y tampoco parecía andar muy bien del oído, no le echó comida al aparato ni un solo minuto, con lo que, en lo referido a ese aspecto, tuve una estancia muy tranquila.
         Después, incluso durante el ingreso lo había llegado a pensar —se me abrían las carnes—, pensé qué habría ocurrido si al compañero de infortunios le hubiera dado por poner el chisme. ¿Qué habría podido hacer yo? ¿Qué si le da por poner un partido? ¿Qué si le da por una carrera de coches o de motos? ¿Y si por poner un concurso idiota —valga la redundancia— ... o una tertulia... o uno de chismorreos? ¿Y si un telediario?... Para echarse a temblar. Y es que no me parece justo, es algo que no tendría que estar permitido —al menos en habitaciones compartidas—: la televisión. Pero parece ser que ésta lo tiene que invadir todo. ¡Socorro!

20/6/14

Añadido al anterior

¿Por qué insisten tanto los cortesanos
este país se ha llenado de repente de ellos... o acaso estaban ahí y no se han hecho ver: una de las más vergonzosas expresiones de cortesanía de estos días ha sido la del otrora diario independiente de la mañana, El País, periódico que he estado comprando a diario desde su primer número hasta hace unos años en que empecé a hacerlo menos y al que, me temo, le van a terminar dando por saco
en que el nuevo rey está "muy preparado"? No sé si no se les ve la oreja en el sentido de que lo que tratan de ocultar es la imposición del cargo. Pero si es un cargo impuesto tanto daría, puesto que no se podría evitar, que no es sólo que no estuviera preparado sino que fuera tonto de remate. ¿O acaso quieren sugerir que hemos tenido suerte por habernos tocado un rey preparado?

19/6/14

¿No le dará un poco de cosa...

el convertirse en jefe de estado por el hecho de haber nacido en una familia determinada, como quien hereda la propiedad de una finca? No sé: un como repelús o escrúpulo... ¡algo!, por muy constitucional que sea; pero es que no debería serlo. Por mucho que se crean sus propias mentiras de poco menos que tocados por el dedo de Dios y de la Historia y de una supuesta cadena familiar que se remonta a la noche de los tiempos. No. Me parece ilegítimo, entendiendo por tal lo que aun ajustándose a la ley no se ajusta a la razón ni a la justicia. ¿No atentará esto contra alguno de los derechos humanos? Es que no me cabe en la cabeza que la más alta magistratura del estado pueda heredarse.

18/6/14

Patriotismo del gol

Lanzaba hace unos años Ferlosio un exabrupto contra el patriotismo haciendo referencia a él como "esa mala pasión de borrachos de aguardiente de alcohol de quemar". Obsérvese que el gran articulista no cae en la trampa de hablar de 'patrioterismo', concepto que, por oposición y por su carga negativa, dejaría a salvo un —supuestamente bueno— 'patriotismo'. No: directa-mente a lo que hay que ir y a las cosas por su nombre, como se suele decir.
         Pero si el patriotismo es todo eso, y no me cabe duda de que así es, el 'patriotismo deportivo' es la gota que colma el vaso, otra vuelta de tuerca, si ésta fuera posible. Lo digo, naturalmente, en estos días del campeonato nacional del fútbol con las cargantes exhibiciones nacionalistas. Si el patriotismo es aquello que dice don Rafael, el patriotismo deportivo es su metástasis. Estomagante.

P. S. añadido 19/06/14. "España", eliminada a las primeras de cambio. Menos mal. La pesadilla ha terminado.

15/6/14

Diálogo

[XI]

    —Buenos días, Valerio, vecino. Qué, ¿paseando tempranito?
    —Nada de pasear, que no me gusta, Julia. Más bien andando, a paso rápido, para hacer algo físico y no despreciar del todo los mandamientos médicos. Y tan temprano, aunque ya amanecido en esta época del año, sobre todo para evitar la hora punta del tráfago de coches y de perros, pues no sacan tan pronto a sus amos...
    —Al revés, dirás.
    —Al revés y al derecho: que los amos sacan a los perros, pero también los perros a los amos. ¿O acaso este milú no te saca al día...? ¿cuántas veces? ¿tres?... El otro día ví cómo salía el chucho escopetado del ascensor, seguramente sin poderse aguantar, casi arrastrando con la traílla a tu hijo.
    —Se llama Luisito.
    —¿Y el perro?
    —Luisito es el perro. Sí, tres... y si lo hago cuatro, mejor para él. Es su necesidad.
    —Pero sospecho que es también, necesidades aparte, una venganza del chucho...
    —¡Chiiisss! ¡Ya está bien de chuchearlo! Sin faltarle al respeto, Valerio, que es de pura raza (y hasta tiene sus derechos), según me aseguraron cuando lo compré-adopté en la pajarería: varias generaciones de antepasados con pedigrí, con papeles en regla.
    —Pues sospecho (chucho o aristócrata) que a más de la necesidad es una venganza por ser objeto de propiedad y de obediencia: el precio que tenéis que pagar los amos.
    —Puede, pero compensa, merece la pena. ¡Y el cariño que recibes a cambio!
    —Pero cuando algo "compensa" es porque se establece una equivalencia, un precio en definitiva. Conque, jugando con las palabras, sería un cariño precioso.
    —¡Y la fidelidad que te tienen!
    —Sí, en eso tienes razón: son de una fidelidad a prueba de... humanos. Porque hace falta tener aguante para ser fieles a los hombres. Es lo que se conoce, precisamente, como fidelidad perruna. Aunque parece que hay indicios de rebelión, y de vez en cuando sale en la televisión que uno, probablemente, pienso yo, cansado de tanta obediencia y fidelidad o de maltratos (tales como llevarlos encerrados en los coches con la cabezota pegada al cristal trasero), se ha revuelto contra el dueño, incluso contra el niño-dueño, y le ha más que enseñado los dientes. Y...
    —Perdona un momento, que tengo que recoger... ya está... decías...
    —Supongo que en las deposiciones con diarrea lo tendrás muy dificil, y en los orines, imposible. Decía... nada: en realidad antes sólo te iba a comentar los casos de los amos desalmados que, cansados del perro (o cansados del niño aburrido del perro), abandonan al animal en un descampado... Pero en fin, sigo con mi caminata antes de que se llenen el parque y las aceras de kilométricas correas, y de perros defecando, y orinando por esquinas, farolas, bolardos, alcorques, fachadas, y corriendo y ladrando por todas partes, y, peor aún si cabe, de corrillos de propietarios de perros contándose unos a otros, sin escuchar siquiera lo que cada cual dice, interrupiéndose para relatar las monerías que su bicho hace y cómo les obedece. Pero mira, ahí viene otro amo razonando con una perrita. Una ocasión, quizás, para que este tuyo retoce, incluso para pasar a mayores, que no creo que el pobre ande muy sobrado de alegrías.
    —Bien, ya veo que no te son simpáticos los canes.
    —No es que no me sean simpáticos, incluso, en cierto modo, es lo contrario: que, aceptando por un momento su sumisión, hasta los puedo compadecer por tener que soportar a sus propietarios, y perdona por la parte que te toque, y que se salve el dueño que pueda.
    —¡Jesús, Valerio, la que me ha caído encima por encontrarnos!
  —Perdona, Julia, por haberte hecho depositaria de mis improperios, como si tú fueras la única dueña de perro, cuando no es así precisamente porque hoy todo el mundo tiene perro... y coche: son los dueños de las ciudades.
    —Nos vemos por la casa. Que tengas buen paseo.
    —Igualmente vosotros.

                  
Otros diálogos
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