26/1/15

El cuento del mayordomo

El mayordomo nos está contando el cuento de un criado
(que ya no es de La Casa —dato, por cierto, absolutamente irrelevante porque lo que importa no es donde está o a donde pertenece ahora el tal criado sino donde estaba cuando ocurrieron los hechos— como repiten en cada ocasión que se les presenta, evidentemente obedeciendo consignas, los mucamas a las órdenes del susodicho mayordomo)
que, abusando de la confianza de los amos, se aprovechó para enriquecerse. El cuento no es que sea falso por lo que dice sino por lo que no dice, y esto es que, no sólo según el mismo criado abusador sino también según investigaciones judiciales del asunto, algunos miembros de La Casa —entre ellos el propio mayordomo y el ama de llaves— se beneficiaron a sabiendas y con consentimiento de éste de los trapicheos y cuentas dobles del criado. Es un cuento, pues, el que nos cuenta el abominable mayordomo, con la avilantez que le caracteriza, en el que faltan personajes, el primero de ellos el suyo.

12/1/15

Ciclistos amos de paso de peatones

Voy andando por un camino cuando tres ciclistas, a punto de llegar al cruce —con paso de cebra— con la calle Laguna, me adelantan. Pienso: a ver qué hacen para cruzar. Y hacen lo que me imaginaba. Aunque sólo uno de ellos irrumpe sin más en el cruce, ninguno de los tres echa pie a tierra para cruzar, que es lo que deben hacer. En el momento en que el primero empieza a cruzar llega un coche que se ve obligado, sorprendido, a frenar. El conductor inicia una protesta contra el ciclista —lo más fuerte que le oí fue algo como: hombre... por favor—, mientras los otros dos, por supuesto sin bajarse del burro, digo... de la bici, apoyan al primero, momento que aprovecho yo para cruzar, lo que me da ocasión de oír durante algunos segundos las pestes de los ciclistos contra el del coche, mientras se dirigen —¡por la acera, cómo no!— hacia la av. de Leganés. Uno de ellos —¿se puede ser más ridículo?— le dice, sarcástico: "gracias, hombre, que Dios te lo pague".

9/1/15

Crímenes de Fe

En un tono parecido a mi entrada del 13/12/14 —titulada Se veía venir— mandé ayer un comentario a otro blog, a propósito de los 12 asesinatos en la revista Charlie Hebdo, que transcribo literalmente. (No enlazo ese blog porque su titular no se ha dignado contestar a mi comentario):

«No sé si "blasfemar es un derecho" [el autor de ese blog afirma que lo es] ni si las caricaturas del hebdomadario están amparadas por el derecho de expresión, pero es que da igual, todo eso es irrelevante, porque los ataques son absolutamente injustificables, independientemente de la calidad de las víctimas y de lo que hubieran hecho. Ponerse a discutir sobre si los periodistas tenían derecho o no a expresarse de la forma en que lo hicieron es entrar en el juego de los asesinos».

Nuestro ínclito presidente lo ha dejado claro al referirse a los muertos como "personas que no habían hecho nada". ¡A veeer... no es como si lo hubieran hecho! Me parece que el prócer, conscientemente, ha omitido añadir a "personas que no habían hecho nada" el calificativo 'malo', no fuera a pensarse —debió de pensar él, aunque no se si le supongo demasiado sutil— que condenaba el ataque, no por sí mismo, sino porque los periodistas habían hecho algo bueno o, al menos, habían ejercido el derecho de libertad de prensa. Libertad de prensa que muchos de los que la defienden ahora dudo que lo hayan hecho con la misma energía en otras ocasiones semejantes. En el caso del susodicho es una burla que se declare adalid de la libertad de expresión.

3/1/15

Más besugadas ciclistas

1. Volvía yo, creo que el 31 de diciembre, —por una especie de camino (Monte de Esparteros)— de una caminata, andando a paso rápido en paralelo a una valla o alambrada que separa el camino de una carretera —no estoy seguro de si la M 406—. A mi derecha, hasta la valla, no más de ½ metro, y a mi izquierda un espacio de —calculado sobre el plano— más de 15 metros, sin nadie que viniera de frente, al menos de cerca. Pues en estas condiciones, de repente dos ciclistos
Si se puede hablar de 'modistos' también se podrá hacerlo de 'ciclistos' y, mejor aún, por otros motivos, de 'ciclistos'
me adelantan, pero no por los más de 15 metros que tenían para hacerlo a mi izquierda sino por el ½ metro libre, es un decir, a mi derecha, entre mi cuerpo serrano y la valla, con el riesgo de golpearme. Besugadas como éstas te las puedes encontrar con los ciclistos en cualquier momento, algo que no me preocuparía si no las hicieran en aceras (¿para cuándo la autoridad competente —otro decir— les va a hacer bajar de ellas?) ni en zonas peatonales. Y es que la tal autoridad en vez de adornarse tanto con la promoción de bicis y otras ecologías debería enseñar a quienes pretenden usarlas a hacerlo como es debido —por supuesto, nunca por las aceras—, porque gran parte de los que van en bici no tienen ni repajolera idea.

2. Hoy. Por la av. de Lisboa, muy cerca de la de Los Castillos, veo venir a un ciclista por la acera justo frente a mí, pero no me aparto porque no me da la gana, además tiene espacio para sortearme, como, por otra parte hacen tantas veces los capullos ciclistas de acera. Al llegar a mi altura, el tipo se para y me interpela: "¿Quiere que me caiga de la bici, señor?". Yo no es eso lo que quiero, sino que me deje paso, que sea él quien ceda, pero me limito a contestarle que por "la acera no se puede ir con la bicicleta".
"...coches, bla bla bla...", dice el menda. Y yo: "¡Por la acera, no!". "bla bla bla" . "¡¡¡Por la acera, no!!!". "...". O sea que, no es sólo que el tiparraco circule por la acera sino que es el peatón el que le tiene que dejar paso.

3. También hoy, una hora más tarde. Av. de La Libertad pares esq. a Inspector J. A. Bueno impares. Por el paso de peatones con semáforo me cruzo con un ciclisto al que había visto venir por la acera. Se da la circunstancia de que, paralelo a la acera, a unos pocos metros, está el tan anhelado carril bici, expedito. Pues este c. c. a. tenía que ir por la acera.

2/1/15

Al revés

Titular de prensa: "Dimite un directivo de la televisión andaluza tras el fallo de las campanadas". ¿"Fallo"? ¿Qué fallo? ¡Un premio es lo que le tenían que haber dado a los responsables por el sabotaje contra la superstición del año nuevo! ¡Para una vez que por la televisión sale algo útil! Lo único que enturbia un poco el acierto es que la emisión de las campanadas se interrumpió para dar publicidad, y hasta es probable que alguien haya cobrado por ello. No, hombre, puestos a hacer las cosas se hacen bien: se hubiera cortado la emisión sin más, en negro la pantallita o, en todo caso, con un aviso, más o menos: Andaluces, interrumpimos la emisión en un intento de cargarnos la superstición del calendario, que ya va siendo hora.