18/10/19

¿Hojas olvidadas?

Eran sobre las tres la tarde cuando al oír la sopladora comento en casa: "La Esmasa ataca de nuevo". En efecto, estaban dando la tabarra soplando unas cuantas hojas. Pero es que ahora, cuando escribo esto, son las 7:15, están otra vez. La Empresa es una pesadilla.

13/10/19

La Esmasa, a piñón fijo

La semana pasada la Esmasa tuvo a bien recoger las hojas tres veces por la calle donde vivo. Una recogida, a la vez que desparrame con esa recogedora absurda, innecesaria porque había dos hojas y media, y sobre todo teniendo en cuenta que lo hicieron al menos dos veces de madrugada —es muy probable que una de ellas fueran las tres o las cuatro, no quise mirar el reloj para no cabrearme— y otra vez muy temprano, con el correspondiente ruido de la sopladora y de la recogedora (¿?), dando tropecientas vueltas por el mismo sitio (a ver si inventan otro sistema porque se habla mucho de la contaminación pero muy poco del ruido —se habla poco y no se hace nada en contra, no ya con el actual gobierno municipal sino tampoco con el anterior, con el ínclito David Pérez—, y la Esmasa —o séase el Ayuntamiento— es una de las principales fuentes de ruido). Pues bien, hoy domingo 13/10, como consecuencia de la tormenta de viento y lluvia que tuvo lugar anoche, ha amanecido la zona cubierta de hojas, y supongo que permanecerá así hasta que toque nueva sesión de ruido. Porque ese es el problema: la Esmasa —o séase el Ayuntamiento— no recoge las hojas cuando hace falta sino cuando toca, probablemente según algún sesudo plan de la empresa para emplear el mínimo de plantilla, que es ante todo de lo que se trata. Es decir, recogida cuando toque, a piñón fijo. ¡Genios!

P. S. La cosa empeora cuando la caída de la hoja empieza de forma imparable hasta el final del otoño porque estos genios munícipes se dedican a recoger/esparcir —los días que toque según el cuadrante— las hojas del césped como si hiciera la misma falta que limpiar la acera. ¿A quien importa que haya hojas, incluso muchas, en el césped? Como no sea a los perristas que entran en él para cagar. (Para que caguen los perros, no los dueños).