28/4/16

Campaña más barata

"El PSOE propone a todos los partidos que abaraten un 30% sus campañas". Es un titular de hoy. La propuesta revela un secreto a voces: que las campañas electorales —fervorosos mítines, cartelones, pasquines, radios, tv…— no son informativas, o lo son en una mínima parte, sino que son casi pura publicidad: cuanta mayor o mejor sea ésta, más posibilidades de votos. Si realmente fueran informativas, con la intención de hacer llegar al público las propuestas, compromisos y calidad de cada partido no se les ocurriría gastar menos —ni más—, gastarían lo que hiciera falta. ¿Algún partido se cree aquello —incluidos los progresistas— de que "el buen paño en el arca se vende"? Por otra parte, puestos a limitar la propaganda —perdón: los gastos electorales— lo podían hacer en el sentido del coste absoluto, no de % menos: que cada partido gaste x como máximo, lo que daría más igualdad de oportunidades a todos los partidos, los económicamente poderosos, con apoyos económicos, y los que no. Pero ya verá usted cómo por ahí no pasan, tan austeros y demócratas como se pretenden.

18/4/16

No dejes que te verifiquen

Esta mañana llaman al telefonillo del portal de casa. Al contestar, me dice una moza que si soy fulano de tal (con nombre y apellidos completitos). Cuando le digo que sí, puesto yo ya en prevengan, como decían en la mili, me dice que viene de mi (su) compañía suministradora de no sé qué, si de gas o de luz no recuerdo, a "verificar" mi tarifa. Le digo que aquí no tiene nada que verificar, y cuelgo el telefonillo. Insiste la menda en la llamada y le digo que no moleste y cuelgo de nuevo, pero ella vuelve a pitar —de modo que parece que se le hubiera quedado el dedo pegado al botón— por tercera vez y yo a decirle que no moleste, esta vez a gritos. Ya no insistió. Si lo llega a hacer, ya estaba dispuesto a mandarla a la mierda.
         Acerté en mi actuación. Poco después hablé con un vecino y me dijo que él había abierto —la puerta de su vivienda— y de lo que se trataba era de que se cambiara de compañía suministradora, algo que yo ya me temía, que venían a venderme algo. Y es que el truco consiste en personalizar la visita diciendo tu nombre y apellidos, pero sobre todo en emplear una palabra abracadabra como 'verificar', que a la vez que oculta las verdaderas intenciones del acosador o acosadora sugiere que aquello es algo oficial y quizás obligatorio. Aviso a mis incontables lectores: no piquéis, es sano no hacerlo.