26/10/23

Estas cosas pueden pasar (8)

Entro al cuarto de baño, no sé si despierto del todo, y al mirarme en el espejo no me veo, quiero decir que no veo mi cara. Me asusto: la cara de una persona es su principal seña de identidad, creo que es a eso a lo que se alude al decir que "la cara es el espejo del alma". Me digo: "¿Estaré perdiendo la vista? Pero no, porque me veo parte de los hombros. ¡Me estoy quedando sin rostro! Ni yo mismo sabré quien soy!". Es como si en el dni se te borrara la foto. Pero ya caigo. Paso una toalla por el espejo y mi careto empieza a aparecer. A veces mi mujer cuando sale de ducharse se olvida de abrir la ventana para que se oree el baño.

23/10/23

Estas cosas pueden pasar (7)

Estoy en la habitación de un hospital y entro al cuarto de baño y a continuación veo que abren la puerta y entra una mujer. Imagino que pongo cara de sorpresa porque me dice a modo de disculpa que estaba la puerta abierta. Le contesto que no, que yo la había cerrado, pero en vez de salir se queda y yo me aseguro de cerrar. Inmediatamente entra otra mujer y digo: "Sí, es que no cierra". Ahora parece que soy yo quien se disculpa. También se queda dentro, ya somos tres. Al otro lado del cuarto de baño hay otra puerta que da a un pasillo por el que veo pasar gente. Ya, abogiado, digo algo así: "Oigan, que yo me tengo que dar una crema y comprenderán que tengo que estar solo". Se salen las dos y cuando voy a darme la pomada me despierto con gran alivio de la pesadilla, aunque en los primeros segundos dudo de si he soñado o estoy en el baño de la habitación de un hospital.

18/10/23

Memoria de olfato

¿Puede un olor o un sabor hacernos evocar experiencias aunque hayan ocurrido hace mucho tiempo? Creo que sí y el episodio más célebre en literatura es el conocido como 'magdalena de Proust'. En efecto, al protagonista de En busca del tiempo perdido el sabor de una magdalena le hace recordar el olor de una tía suya en Combray, y ese recuerdo da pie a numerosas páginas de los siete volúmenes de la novela. A mí me ha pasado alguna vez que un olor me ha llevado hacia atrás en el tiempo y me ha hecho recordar cosas y personas de un pasado muy lejano. Me ha ocurrido esta mañana al entrar una joven en el vagón del metro en el que yo iba. El olor de su perfume me ha llevado a recordar la época en que trabajé, allá por mis 16 años en una zapatería de la calle Hortaleza. Cuando yo llegué había dos dependientas, Encarna y Loli (cambio los nombres). Al poco entró otra chica jovencita aunque algo mayor que yo , también Loli, de la que me enamoré enseguida. (Y a la que ví una vez, trabajando yo ya en otro sitio y yendo del cuartel donde hacía la mili a casa en el metro, sin que, tonto, me atreviera a hablarle). Poco después Encarna se casó y dejó el trabajo y metieron a Merceditas, que vivía en Portazgo y a la que alguna vez acompañé a casa de vuelta a la mía. También Merceditas dejó el trabajo, no recuerdo por qué. Entonces, el jefe y dueño, don Mateo, metió para los sábados a una sobrina, Elvira. En la trastienda había una gran mesa en la que las dependientas, las dos Lolis, abrían las cajas de zapatos que les enseñaban a los clientes y al devolverlos a la trastienda, Elvira y yo los colocábamos en sus cajas. Esta Elvira, mayor que yo, mientras hacíamos el trabajo no se cortaba ni un pelo en acercarse a mí de costado, mientras yo ni me retiraba ni participaba: la dejaba hacer. Estos recuerdos, como otros de cuando las dependientas se subían a una escalera de mano muy alta para coger cajas de zapatos y yo, con más o menos disimulo, les miraba las piernas, estos recuerdos, decía, me los ha traído el olor del perfume de la joven desconocida en el metro, perfume que, estoy seguro, alguna, o algunas, de las chicas de la zapatería usaba.

13/10/23

Colas

Es curioso el comportamiento humano a veces. Esta mañana, una vez más, lo he observado en el centro de salud. En las colas ante los mostradores, ante la máquina dispensadora de tiques, etc. hay gente que no guarda una mínima distancia, digamos de cortesía, con el que tiene delante, a quien si se tercia le echa el aliento en el cogote. Es algo que cuando me ha tocado soportarlo me ha fastidiado mucho. Es un comportamiento absurdo y que no me explico: no sé si piensan que van a llegar antes o que se les puede colar alguien. (Algunas veces se ven imágenes de alguna cola en la tv de un país de los que, algo despectivamente, llaman tercermundistas —¿?— en las que cada uno de los que hacen cola están prácticamente pegados al que tienen delante. He oído comentar alguna vez que lo hacen para que nadie se les cuele). Uno pensaba que tras la pandemia se iba a mantener una especie de inercia que haría que los colistas, aunque no naturalmente en la medida que antes era forzoso, guardaran una distancia como he dicho antes "de cortesía".

6/10/23

Estas cosas pueden pasar (6)

Anoche oigo voces que llegan desde el salón. Creí que soñaba, pero no, estaba despierto. Pueden venir de la terraza de un bar... aunque no me convence. ¿Se habrá levantado mi mujer a hablar por teléfono? Extiendo el brazo y está en la cama. Alguien hay en el salón, ¡seguro! Me levanto con mucho sigilo y con no menos valor cual Indiana Jones. Me calzo la zapatilla del pié izquierdo y la otra la cojo a modo de arma defensiva. Cuando entro en el salón, zapatilla en ristre, no hay nadie y está la televisión encendida. Entonces recuerdo: antes de acostarnos estuve trasteando con la programación de apagado/encendido y, sin querer, la dejé programada para que se encendiera a determinada hora. ¡Ahí te quería yo haber visto, Indi!