Veamos en qué consisten estos trabajos sucios que el hasta ahora gobierno del Psoe de Alcorcón le ha dejado hechos al nuevo gobierno del Pp.
1. En el 2011, el Ayuntamiento, con el acuerdo del partido único opositor (Pp), aumentó las tasas por terrazas, un aumento, por otra parte, cuyos nuevos importes por mesa los bares habrían amortizado con los 10 ó 15 primeros clientes de la temporada que la ocuparan. Saldrían a algo más de 15 € por barba, lo cual, teniendo en cuenta los estacazos que suelen pegar en las terrazas —en muchas ocasiones, en verano, instaladas en aceras que echan fuego y bebidas que están calientes a los 5 segundos de servidas—, no me parece que tenga que consumir mucho cada uno. Pero es que, además, la subida de tasas los bares la repercutirían en los precios... sin menoscabo de la clientela, la cual, lo más habitual es que consista en personas que pagan lo que les pidan por una cerveza sólo por sentarse en una terraza, y hasta sospecho que cuanto más les pidan más satisfechos se quedan.
Pues bien, apenas habían entrado en vigor los nuevos precios, el Ayuntamiento los bajó, por unanimidad también, como los había subido, sólo que en esta ocasión, y según se vanaglorió el entonces candidato por el Upyd al Ayuntamiento, a iniciativa de este partido que no tenía entonces ningún concejal. ¡Qué monstruos los transversales!
2. Esta temporada se está viendo claramente cómo han aumentado las terrazas: bares que hasta ahora no las habían instalado lo han hecho este año por primera vez, y otros muchos que en años anteriores lo habían hecho han aumentado el número de mesas, supongo que sin muchas exigencias y rigor por parte del hasta ahora Ayuntamiento del Psoe —con una concejal de la IU en el gobierno—: "¿usted cuántas mesas quiere?"; "n, señor concejal"; "pues, venga, pase por ventanilla, pague las tasas que le señalen y ponga sus mesas"; "pero... ¡ejem!, señor concejal, ¿ni una más?"; "hoombreee... no vamos a ser tan estrictos: y, además, buen hostelero, ¿quien se va a enterar?, los vecinos no, desde luego, porque la licencia no se va exponer". El honrado hostelero hace lo que le han dicho y el concejal se queda murmurando: "y si algún vecino piensa de que se está infringiendo la ordenanza, que llame a la policía —¡que no vamos a inspeccionar de oficio!—, que levantará acta y se estudiará el caso... o no".
3. El año pasado se veía alguna que otra licencia expuesta —"visible desde el exterior", como establece la ordenanza—, bien es verdad que sin ajustarse la misma a los requisitos de la ordenanza, pero algo era. Este año, ni una: manga ancha, "así evitamos [concejal de antes] reclamaciones por parte de los sufridores vecinos, y si alguno tiene algo que decir que llame a la policía que nosotros no vamos etc. De paso, quizás así consigamos que el ciudadano interiorice la función policial".
4. Por último, aunque no es nada difícil que las cosas puedan empeorar con el nuevo y liberal gobierno, los bares de copas, que hasta ahora yo tenía entendido que eran incompatibles con las terrazas de veladores, esta temporada están instalando terrazas.
Y todo esto ¿para qué? Pues creo que para, cediendo al lobby hostelero, en nombre de la cultura de las terrazas, o séase del ruido y del botellón legal, arañar un puñado de votos en las últimas elecciones, puñado de votos que, en todo caso, no les sirvieron para evitar la apabullante victoria del Pp. ¿Y qué harán los nuevos? Yo creo que aprovecharse del desmadre de las terrazas sin atreverse a poner a los hosteleros en su sitio —¡y atentar contra su libertad!— y obligar a respetar los derechos de los vecinos, derechos tales como la tranquilidad en sus casas o el libre acceso a ellas sin tener que escurrirse, como un lenguado, entre las filas de mesas.
1. En el 2011, el Ayuntamiento, con el acuerdo del partido único opositor (Pp), aumentó las tasas por terrazas, un aumento, por otra parte, cuyos nuevos importes por mesa los bares habrían amortizado con los 10 ó 15 primeros clientes de la temporada que la ocuparan. Saldrían a algo más de 15 € por barba, lo cual, teniendo en cuenta los estacazos que suelen pegar en las terrazas —en muchas ocasiones, en verano, instaladas en aceras que echan fuego y bebidas que están calientes a los 5 segundos de servidas—, no me parece que tenga que consumir mucho cada uno. Pero es que, además, la subida de tasas los bares la repercutirían en los precios... sin menoscabo de la clientela, la cual, lo más habitual es que consista en personas que pagan lo que les pidan por una cerveza sólo por sentarse en una terraza, y hasta sospecho que cuanto más les pidan más satisfechos se quedan.
Pues bien, apenas habían entrado en vigor los nuevos precios, el Ayuntamiento los bajó, por unanimidad también, como los había subido, sólo que en esta ocasión, y según se vanaglorió el entonces candidato por el Upyd al Ayuntamiento, a iniciativa de este partido que no tenía entonces ningún concejal. ¡Qué monstruos los transversales!
2. Esta temporada se está viendo claramente cómo han aumentado las terrazas: bares que hasta ahora no las habían instalado lo han hecho este año por primera vez, y otros muchos que en años anteriores lo habían hecho han aumentado el número de mesas, supongo que sin muchas exigencias y rigor por parte del hasta ahora Ayuntamiento del Psoe —con una concejal de la IU en el gobierno—: "¿usted cuántas mesas quiere?"; "n, señor concejal"; "pues, venga, pase por ventanilla, pague las tasas que le señalen y ponga sus mesas"; "pero... ¡ejem!, señor concejal, ¿ni una más?"; "hoombreee... no vamos a ser tan estrictos: y, además, buen hostelero, ¿quien se va a enterar?, los vecinos no, desde luego, porque la licencia no se va exponer". El honrado hostelero hace lo que le han dicho y el concejal se queda murmurando: "y si algún vecino piensa de que se está infringiendo la ordenanza, que llame a la policía —¡que no vamos a inspeccionar de oficio!—, que levantará acta y se estudiará el caso... o no".
3. El año pasado se veía alguna que otra licencia expuesta —"visible desde el exterior", como establece la ordenanza—, bien es verdad que sin ajustarse la misma a los requisitos de la ordenanza, pero algo era. Este año, ni una: manga ancha, "así evitamos [concejal de antes] reclamaciones por parte de los sufridores vecinos, y si alguno tiene algo que decir que llame a la policía que nosotros no vamos etc. De paso, quizás así consigamos que el ciudadano interiorice la función policial".
4. Por último, aunque no es nada difícil que las cosas puedan empeorar con el nuevo y liberal gobierno, los bares de copas, que hasta ahora yo tenía entendido que eran incompatibles con las terrazas de veladores, esta temporada están instalando terrazas.
Y todo esto ¿para qué? Pues creo que para, cediendo al lobby hostelero, en nombre de la cultura de las terrazas, o séase del ruido y del botellón legal, arañar un puñado de votos en las últimas elecciones, puñado de votos que, en todo caso, no les sirvieron para evitar la apabullante victoria del Pp. ¿Y qué harán los nuevos? Yo creo que aprovecharse del desmadre de las terrazas sin atreverse a poner a los hosteleros en su sitio —¡y atentar contra su libertad!— y obligar a respetar los derechos de los vecinos, derechos tales como la tranquilidad en sus casas o el libre acceso a ellas sin tener que escurrirse, como un lenguado, entre las filas de mesas.
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