Esta mañana he visto otra muestra de cómo los ciclistas —bueno, vale: no todos, y que se salve quien pueda—, cuando se les acaba el carril-bici —acera-bici—, se arrogan el derecho de continuar por la acera. Ha sido en la av. de la Libertad, en donde el carril, que en el tramo hasta el cruce con Parque Ordesa —la calle en donde está la administración de Hacienda— discurre por el lado de los pares, al llegar a ese punto cambia al lado de los impares al tiempo que se bifurca: un ramal va por Carballino y el otro por la av. de la Libertad hasta el cruce con la av. de los Castillos ¡en donde cambia otra vez de lado! volviendo al de los pares. (Al llegar a la calle Lirios ¡vuelve a cruzar la av. de la Libertad! para tirar por la calle de los Nardos y acabar en... ninguna parte. Una tomadura de pelo para los ciclistas. Pero, en fin, allá ellos).
Pues bien, he visto claramente la maniobra: dos ciclistas que circulaban por el carril, dirección sur-norte, al llegar a dicho cruce con P. Ordesa, en vez de seguir el carril —obligados, claro, a cruzar la avenida— han continuado por la acera en donde me los he encontrado de frente. Al advertirles que el carril estaba para algo y que aquello era la acera, no sé qué han farfullado que no les he entendido, ni estaba tampoco dispuesto a iniciar un debate ciclista con ellos. Lo que sí he entendido cuando me alejaba es que uno de ellos gritaba a mis espaldas: "¡A ver si le dices lo mismo a él!". Se referían a otro ciclista que circulaba, no por la acera, pero tampoco por el carril-bici, sino por la calzada.
Claro, mi error ha sido reprocharles que habiendo carril ciclista no lo utilizaran, porque en una interpretación interesada pensaban que el reproche no era tanto por circular por la acera como por no usar el carril. Ese ha sido mi error táctico: he debido limitarme a reclamar que no circularan por la acera: el por dónde tenían que hacerlo, si por el carril o por la calzada; volando o bajo tierra, no es asunto mío ni tengo por qué darles la solución a ese problema. A mí me importa un comino si usan el carril o la calzada: lo que no acepto es que circulen por las aceras.
P. S. Esto se veía venir tras la construcción y comienzo del uso del llamado carril-bici —acera-bici—: la invasión de las aceras por las bicicletas: como no tengo carril, uso la acera.
Pues bien, he visto claramente la maniobra: dos ciclistas que circulaban por el carril, dirección sur-norte, al llegar a dicho cruce con P. Ordesa, en vez de seguir el carril —obligados, claro, a cruzar la avenida— han continuado por la acera en donde me los he encontrado de frente. Al advertirles que el carril estaba para algo y que aquello era la acera, no sé qué han farfullado que no les he entendido, ni estaba tampoco dispuesto a iniciar un debate ciclista con ellos. Lo que sí he entendido cuando me alejaba es que uno de ellos gritaba a mis espaldas: "¡A ver si le dices lo mismo a él!". Se referían a otro ciclista que circulaba, no por la acera, pero tampoco por el carril-bici, sino por la calzada.
Claro, mi error ha sido reprocharles que habiendo carril ciclista no lo utilizaran, porque en una interpretación interesada pensaban que el reproche no era tanto por circular por la acera como por no usar el carril. Ese ha sido mi error táctico: he debido limitarme a reclamar que no circularan por la acera: el por dónde tenían que hacerlo, si por el carril o por la calzada; volando o bajo tierra, no es asunto mío ni tengo por qué darles la solución a ese problema. A mí me importa un comino si usan el carril o la calzada: lo que no acepto es que circulen por las aceras.
P. S. Esto se veía venir tras la construcción y comienzo del uso del llamado carril-bici —acera-bici—: la invasión de las aceras por las bicicletas: como no tengo carril, uso la acera.
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