27/10/21

Fábula

La historia tiene lugar en un país cuyo nombre ocultaré y al que para entendernos llamaré Espein, nombre oficial Reino de Espein. Un día a su Rey, llamado Juan, no recuerdo el ordinal, tras pegarse unos lingotazos, le dio por coger el coche y "conduciendo él mismo", como gustan decir los periodistos y las periodistas —"el Rey llegó conduciendo su propio coche"—, tras burlar la escolta se echó a la carretera, en donde al poco empezó a hacer pirulas poniendo en riesgo la vida de los demás usuarios. A los pocos km, la Guardia Ciudadana se percata y le echa el alto. Al pararse a la altura de los agentes, el Rey les sonríe y saluda, con lengua de trapo, campechano él, con un "¡hola, chicos!", a lo que los agentes al darse cuenta de quien es el conductor y sabidos que era inviolable lo saludan militarmente, le piden disculpas y le indican que "por favor, continúe majestad", cosa que éste hace pegando un acelerón y marcándose unas cuantas eses en la carretera a la vez que obliga a otros conductores a esquivarlo a duras penas, todo esto visto por los agentes, quienes se parten de risa mientras comentan "¡qué hombre este! ¡es que no tiene arreglo!". Al día siguiente sale en los periódicos que un conductor, más que ebrio pedo perdido, había atropellado a un peatón que cruzaba por un paso de cebra y lo había matado. Los diarios, además del sitio y la hora del atropello mortal, daban los datos del coche —aunque no la matrícula— con lo que los agentes, sabiendo con toda seguridad de quien se trataba, lo ponen en conocimiento de sus superiores, quienes les advierten que ni se les ocurra hacer más averiguaciones porque el conductor en cuestión es intocable. Esto, como digo, ocurrió en Espein y que nadie piense que tiene algo que ver con España, entre otras razones porque aquí la Constitución no permite que la inviolabilidad del Rey ampare semejantes conductas… ahora vuelvo… ya estoy de vuelta… es que al escribir lo anterior sobre la Constitución y recordar cómo nos las gastamos con el Nuestro, me ha entrado la risa floja y he tenido que parar. Pues eso, que aquí no… ya estamos otra vez…

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