17/12/14

"Una modesta proposición"... de ley

(número XII de la serie Diálogos)

Me llama mi primo, al que, al principio, durante unos segundos, tomé por un agente comercial, o séase publicitario, o séase un palizas, por lo que estuve a punto de colgar sin más como suelo hacer en casos semejantes.

    —Primo, estoy recogiendo firmas...
    —[con tono impaciente] ¿Para?
    —No te mosquees, hombre: para presentarlas en el congreso como proposición de ley, eso que llaman iniciativa popular, y se necesitan, como mínimo, tengo entendido, 500.000, así es que me faltan sólo 499.999. Ya sabes que nuestra constitución permite participar al pueblo en la elaboración de leyes y...
    —¡Alfonsooo!...
    —Mi propuesta es que se establezca un calendario en el que los meses no tengan el 13, el día 13. Seguro que todo funcionaría mejor sin ese aciago número.
    —Y también así los meses serían más cortos... y viviríamos más años... y...
    —No te cachondees, primo, que esto es muy serio. La propuesta incluye que los meses de 30 días acabaran el 31, los de 31, el 32, los de...
    —Ya, ya. Entendido. Pues te auguro un gran éxito en el empeño, así es que no hacía falta que hubieras dicho con ironía que te faltan "sólo" 499.999 firmantes. El éxito lo tienes asegurado en la misma medida —que es enorme— en que supersticiones, supercherías y sandeces de todo pelaje dominan. Ahora, en esta época, salen a relucir todos los años las innumerables majaderías que se cuentan en la lotería. También he oído cosas como que en algunos edificios de la Nueva York no hay planta 13. O que algunas compañías aéreas no tienen fila 13 en los asientos de sus aviones.
    —Bien, veo que no voy a poder contar con tu firma, que era para lo que te llamaba.
    —Te diré, parafraseando a aquél, que no creo en el calendario verdadero como para creer en otros.
    —Dí que sí, viejo: genio y figura.
                  
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