19/2/14

Accidente y azar

Perdón, el post —es un decir— anterior fue el resultado de una especie de accidente casero. Estaba en el salón de casa ante el ordenador tratando de escribir algo para mis incontables lectores, cuando el peso del sueño me hizo dar con la cabeza encima del teclado, siendo el resultado lo que han podido leer en el citado post. Es el problema de tener el ordenador y el televisor en la misma estancia, en mi caso en el salón.
          En efecto, estaba mi mujer viendo un telediario —le gustan mucho porque, dice, así se entera "de lo que pasa por el mundo"— cuando desde los primeros titulares empecé a notar los párpados algo pesados. Creo recordar que hablaba el jefe de gobierno, nuestro bienhechor. Tengo dudas de si lo hacía en turco, puesto que anda ahora de telonero en los mítines de un prócer de aquellas tierras, o en su lengua habitual: no sé, el caso es que no entendía lo que estaba diciendo —ni, se lo aseguro a usted, hice el menor esfuerzo por entenderlo—, aunque sí me parece que decía algo de túneles y de luces al final de ellos y de marcaspaña.
          Después, ya con menos claridad, oí la información deportiva. Y ya, para colmo, la información meteorológica. Entonces fue cuando, sin que llevaran con ésta ni medio minuto de los 57 que suele durar, ¡catapum!, contra las teclas. Luego supe que mi mujer se apercibió del golpe, pero como alguna vez me había oído decir que conviene escribir con la cabeza decidió no intervenir.
          Me sacaron del sueño las fanfarrias de la publicidad, muy probablemente por la subida del volumen que de modo espontáneo se produce con ella. Para más inri se trataba de un anuncio de "productos de belleza"... femeninos por supuesto. El caso es que me desperté o me desperté a medias y pulsé el 'publicar' de la anterior entrada, sin título, que no quise borrar para que quedara como muestra de lo que es uno capaz de escribir en sueños. Y, además, ¡qué cosas!, ¡me había salido un acróstico anti-alcalde! Lo que hacen los sueños... o las pesadillas.

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