14/12/12

El alcalde de Alcorcón se encasquilla

En una entrada del blog El Cascallazo escribe don David un brioso —como él— comentario —me lo imagino, para escribirlo, quitándose la chaqueta, probablemente azul, y remangándose la camisa y lo que haga falta— en defensa del autor —o autora o autores, que vaya usted a saber— del blog, quien, si he entendido bien, que puede que no porque la entrada en cuestión está muy mal escrita, ha sido amenazado mediante un imeil.
          Dice el alcalde, haciendo gala de la falta de sentido del ridículo que le caracteriza y cuya presencia, dicho sea de paso, como alcalde en Alcorcón no era imprescindible para que las cosas sigan mal en la ciudad, que "no estamos en la URSS, aunque a algunos les gustaría". Hombre, estar en la URSS tras, más o menos, 21 años de su desaparición como tal, es imposible, por más que a alguien le pudiera gustar, que tengo dudas. Pero en fin, hay gente pa'tó, que dijo el otro. Así es que es de suponer que el señor Pérez diga lo de la URSS en sentido figurado, aunque no por decirlo en ese sentido oculta la obsesión que al parecer tiene con lo comunista (¿?) y, probablemente, con tener por estalinista a quien quiera que le lleve la contraria.
          Lo que quizás no sea en sentido figurado es la inclinación que parece tener por lo nacional-católico. Y no tiene que ser en sentido figurado ni retrotaerse a la dictadura para percatarse de que la ideología nacional-católica es la que domina, o al menos aparece de vez en cuando, en los actos de gobierno, que, por cierto, es de su partido. Véanse si no medidas como —y seguro que me olvido de muchas—: recurso al constitucional contra los matrimonios entre homosexuales —recurso que, por cierto, se han tenido que comer con patatas, sin haberse atrevido a derogar la ley, por temor, no obstante, a perder parte de sus votantes—; recurso al mismo contra la ley de despenalización del aborto; supresión, obedientes a la iglesia, de una asignatura que no debía de hacerle mucha gracia a aquella; implantación de la enseñanza religiosa, prácticamente obligatoria; discriminación por sexos en las aulas —no estoy seguro de que esto se haya llevado a efecto, pero, en todo caso, estarán en ello; mantenimiento de subvenciones millonarias a la iglesia; ministros —más de uno y una— meapilas: alguna, creo que ha llegado a encomendarse a la virgen para solucionar el problema del paro. En fin, ya me canso de enumerar muestras de la susodicha ideología del actual gobierno nacional, ideología no precisamente ajena a don David. Y no precisamente, tampoco, en sentido figurado.

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