5/5/12

Raro

Hace unas semanas apareció en los telediarios la noticia de unos actos que se celebraban con motivo de las enfermedades raras (¿?), se supone que para llamar la atención sobre enfermedades poco conocidas y a las que, por ende, se presta poca atención. Pero parece ser que a los organizadores o promotores les sirve cualquier medio y así se pudo oír a un niño de cuatro años —Lucas, el niño de cristal por la enfermedad que padece— dirigiéndose desde un atril a la princesa Leticia, quien le rió la gracia, decir: "Princesa, tenemos esperanza". Creo que añadió alguna cosa más por el estilo, de las que si no fuera porque estaban evidentemente sopladas por adultos, ¿padres?, se diría que corresponden a un niño repolludo. En cualquier caso, y sin que esto signifique quitarle importancia a la enfermedad del niño en cuestión, pretender que un niño de cuatro años tiene o tenga esperanza —ni deja de tenerla, ni está desesperado— es una instrumentalización: es absurdo, es un sinsentido, que con cuatro años de edad se pueda tener esperanza. Que los responsables de hacer decir eso al niño, con el papanatismo de todos los presentes, incluida la de Asturias, lo hagan con las mejores intenciones —pero el infierno está lleno, etc.—, vale. Pero es una manipulación y una indecencia.

(He recordado el episodio hace unos días cuando han vuelto a pasar las imágenes no recuerdo con qué motivo).

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