No obstante el creciente aborrecimiento de la televisión he seguido con la costumbre de grabar películas. Grabadas consigo dos cosas: verlas cuando se me tercie y saltarme la publicidad.
En lo que se refiere a la TVE en concreto, como se sabe y se han encargado de propalar, se han suprimido los anuncios... (bueno, casi todos, porque ahora se dedican a anunciar los productos de la casa), a costa de una mayor financiación por medio de los impuestos. Yo, que detesto la publicidad, prefería ésta a que se sostengan los productos televisivos con el dinero de todos, por mucho que se les llene la boca con lo de la "televisión pública": ésta produce las mismas chorradas que las privadas, así es que quien esté dispuesto a sentarse ante la televisión que trague publicidad.
Pero en realidad, a donde quería ir a parar es a que a pesar de la supresión de la publicidad, en sentido estricto, la TVE sigue con la aberrante práctica de suprimir los títulos de crédito al final de la película. En efecto, cuando está usted tan tranquilo oyendo la última música e identificando a los actores de cada personaje... ¡zas!, el encargado de la cosa corta por lo sano (¡así se le quedara pegada la manita al botón!). Una práctica, además de infame, absurda porque la película dura lo que dura y el final también es película.
Y aquí es donde aparece la defensora del espectador o, mejor dicho, no aparece, porque después de quejarme a la cadena de la práctica que considero un atropello (lo hice con ocasión de una película que cortaron del modo dicho en un programa dedicado al cine, para más inri), y sin que me contestaran, me dirigí a la defensora, quien tampoco me contestó. ¿Marca de la casa?
P. S. El corte de los títulos no se produce sólo cuando estos se despliegan con música, sino incluso cuando lo hacen sobre las últimas imágenes. Hace falta ser tarugos.
En lo que se refiere a la TVE en concreto, como se sabe y se han encargado de propalar, se han suprimido los anuncios... (bueno, casi todos, porque ahora se dedican a anunciar los productos de la casa), a costa de una mayor financiación por medio de los impuestos. Yo, que detesto la publicidad, prefería ésta a que se sostengan los productos televisivos con el dinero de todos, por mucho que se les llene la boca con lo de la "televisión pública": ésta produce las mismas chorradas que las privadas, así es que quien esté dispuesto a sentarse ante la televisión que trague publicidad.
Pero en realidad, a donde quería ir a parar es a que a pesar de la supresión de la publicidad, en sentido estricto, la TVE sigue con la aberrante práctica de suprimir los títulos de crédito al final de la película. En efecto, cuando está usted tan tranquilo oyendo la última música e identificando a los actores de cada personaje... ¡zas!, el encargado de la cosa corta por lo sano (¡así se le quedara pegada la manita al botón!). Una práctica, además de infame, absurda porque la película dura lo que dura y el final también es película.
Y aquí es donde aparece la defensora del espectador o, mejor dicho, no aparece, porque después de quejarme a la cadena de la práctica que considero un atropello (lo hice con ocasión de una película que cortaron del modo dicho en un programa dedicado al cine, para más inri), y sin que me contestaran, me dirigí a la defensora, quien tampoco me contestó. ¿Marca de la casa?
P. S. El corte de los títulos no se produce sólo cuando estos se despliegan con música, sino incluso cuando lo hacen sobre las últimas imágenes. Hace falta ser tarugos.
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