[V]
—Mira, Yónatan, ahí tenemos al Avelino, al sol, con su "torpe aliño indumentario". ¡Y sin dar ni un palo al agua, el tío!
—¿Y de qué vivirá?
—¿No lo agració la lotería? ¿O fue alguna herencia?
—Vamos a saludarlo, Tránsito. Y no sé si ocultarle de dónde venimos.
—Difícil va a ser con estas pancartas, aunque enrolladas. […] ¡Pero qué bien vives, Avelino!... ¡qué envidia, sin trabajar!
—Pues, María del Tránsito, no te creas que todo el que tiene posibles es capaz de vivir sin trabajar: requiere cierta pericia y despreocupación.
—¿Despreocupación?
—Me olvidaba de que a vosotros no os han enseñado religión en la escuela. Me refería a: "Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan".
—Evangélico y lírico estás, Avelino.
—Hay gente que podría vivir a la bartola y sin embargo sudan y se afanan como si cavasen para aumentar su patrimonio y sentirse poderosos, que no me diréis que no son ganas. Y no tendríais más que mirar alrededor y observar, en banqueros, por ejemplo, podridos de dinero, y siguen. O, más modestamente, quienes se pasan la vida echando pestes del trabajo y soñando por un futuro de jubilación, y cuando llega el momento... pues que no se pueden pasar sin trabajar, y hasta se mueren.
—Vamos, que tú, como decía aquél: "con poco dinero que me sobre tengo suficiente", y desde que te tocó la lotería…
—¡Ja! Que me queréis tirar de la lengua… bueno, no importa: no fue la lotería, a la que no echo nunca; más bien unas rentas de mi tía Avelina, que en el cielo esté, y por quien me pusieron la gracia que llevo. Y bien, pero ¿qué os traéis entre manos? Veo que venís cargados con esos cartelones…
—Sí, de una gran manifestación venimos, de hacer de "pancarteros", como dijo aquel bellaco, compinche de los monseñores de la guerra que llevaron la paz a la más o menos Mesopotamia, y…
—Bueno, Yon, no te enciendas y hablemos, si te parece, de esta mesopotamia, que tampoco faltará tela que cortar. Porque no me iréis a decir que estáis otra vez con el "No a la guerra".
—¡Quia!: aquello ya se acabó.
—Claro, pero como todas las guerras son la misma...
—Pero ¿es que no te has enterado? Que nos quieren restringir el internet, coartando nuestra libertad de copiar musiquitas y peliculitas…
—¡Y hasta coartando nuestra libertad de expresión!: ¡que esto parece la China, por lo menos!
—¡O Cuba!, en donde persiguen a los plumillas de la red desafectos al régimen.
—Entiendo. Y vosotros creéis que a este régimen le hacen falta procedimientos como censuras y cierres de prensa o similares para conjurar amenazas contra él.
—Pues a ver si no: es el poder que quiere impedir…
—Sí, sólo que, Yon, Tránsito, cada época o lugar practica sus propios métodos, y no creo que aquí y ahora les hagan falta los usos de esos sitios que habéis mencionado, ni, desde luego, los que se usaban por aquí en la época del dictadorzuelo.
—Pues entonces ¿cuáles?
—Ya lo teníais que haber advertido: el método que pudiéramos llamar de Herodes.
—O sea…
—O sea (pelín lentos os veo) que cualquier novedad, información, que pudiera resultar amenazante pasa desapercibida, como una noticia cualquiera, entre una catarata (¡jamás ha habido tanto!) de informaciones, opiniones, etc. O, si recordáis el cuento de Poe, vosotros que sois muy leídos, la mejor forma de esconder la carta robada es entre otras muchas cartas.
—Pero te olvidas de algo: también se denuncia al gobierno, y se le da mucha caña, y se denuncian corruptelas.
—No sólo se denuncia eso que dices, sino que, prácticamente, no se hace otra cosa. Pero en cuanto a la corrupción ilegal, me permito aconsejaros un blog (uno más en el montón de los que contribuyen a la barahúnda opinativa), que alguna vez he tenido la curiosidad de leer, titulado BLOG de ALCORCÓN, en la cadena del Qué!, y en el que se trata el tema de corruptelas legales/ilegales.
—Entonces ¿qué?, Avelino, ¿nos aconsejas que nos quedemos parados mientras el gobierno quiere dejarse las manos libres para a su antojo…
—Y con ayuda de jueces y leguleyos, no lo olvides, Yon.
—...y con esas ayudas como dice Transi?
—Yo no os aconsejo que os quedéis parados ni que marchéis ni lo contrario: lo que os digo es que para el intento de degüello de la vaca sagrada de la libertad de prensa no hacen falta ni guardias ni jueces; hay procedimientos muchos más sutiles y eficaces que los del mero secuestro de webs o blogs o foros o como diantres queráis decir.
—¿Y de qué vivirá?
—¿No lo agració la lotería? ¿O fue alguna herencia?
—Vamos a saludarlo, Tránsito. Y no sé si ocultarle de dónde venimos.
—Difícil va a ser con estas pancartas, aunque enrolladas. […] ¡Pero qué bien vives, Avelino!... ¡qué envidia, sin trabajar!
—Pues, María del Tránsito, no te creas que todo el que tiene posibles es capaz de vivir sin trabajar: requiere cierta pericia y despreocupación.
—¿Despreocupación?
—Me olvidaba de que a vosotros no os han enseñado religión en la escuela. Me refería a: "Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan".
—Evangélico y lírico estás, Avelino.
—Hay gente que podría vivir a la bartola y sin embargo sudan y se afanan como si cavasen para aumentar su patrimonio y sentirse poderosos, que no me diréis que no son ganas. Y no tendríais más que mirar alrededor y observar, en banqueros, por ejemplo, podridos de dinero, y siguen. O, más modestamente, quienes se pasan la vida echando pestes del trabajo y soñando por un futuro de jubilación, y cuando llega el momento... pues que no se pueden pasar sin trabajar, y hasta se mueren.
—Vamos, que tú, como decía aquél: "con poco dinero que me sobre tengo suficiente", y desde que te tocó la lotería…
—¡Ja! Que me queréis tirar de la lengua… bueno, no importa: no fue la lotería, a la que no echo nunca; más bien unas rentas de mi tía Avelina, que en el cielo esté, y por quien me pusieron la gracia que llevo. Y bien, pero ¿qué os traéis entre manos? Veo que venís cargados con esos cartelones…
—Sí, de una gran manifestación venimos, de hacer de "pancarteros", como dijo aquel bellaco, compinche de los monseñores de la guerra que llevaron la paz a la más o menos Mesopotamia, y…
—Bueno, Yon, no te enciendas y hablemos, si te parece, de esta mesopotamia, que tampoco faltará tela que cortar. Porque no me iréis a decir que estáis otra vez con el "No a la guerra".
—¡Quia!: aquello ya se acabó.
—Claro, pero como todas las guerras son la misma...
—Pero ¿es que no te has enterado? Que nos quieren restringir el internet, coartando nuestra libertad de copiar musiquitas y peliculitas…
—¡Y hasta coartando nuestra libertad de expresión!: ¡que esto parece la China, por lo menos!
—¡O Cuba!, en donde persiguen a los plumillas de la red desafectos al régimen.
—Entiendo. Y vosotros creéis que a este régimen le hacen falta procedimientos como censuras y cierres de prensa o similares para conjurar amenazas contra él.
—Pues a ver si no: es el poder que quiere impedir…
—Sí, sólo que, Yon, Tránsito, cada época o lugar practica sus propios métodos, y no creo que aquí y ahora les hagan falta los usos de esos sitios que habéis mencionado, ni, desde luego, los que se usaban por aquí en la época del dictadorzuelo.
—Pues entonces ¿cuáles?
—Ya lo teníais que haber advertido: el método que pudiéramos llamar de Herodes.
—O sea…
—O sea (pelín lentos os veo) que cualquier novedad, información, que pudiera resultar amenazante pasa desapercibida, como una noticia cualquiera, entre una catarata (¡jamás ha habido tanto!) de informaciones, opiniones, etc. O, si recordáis el cuento de Poe, vosotros que sois muy leídos, la mejor forma de esconder la carta robada es entre otras muchas cartas.
—Pero te olvidas de algo: también se denuncia al gobierno, y se le da mucha caña, y se denuncian corruptelas.
—No sólo se denuncia eso que dices, sino que, prácticamente, no se hace otra cosa. Pero en cuanto a la corrupción ilegal, me permito aconsejaros un blog (uno más en el montón de los que contribuyen a la barahúnda opinativa), que alguna vez he tenido la curiosidad de leer, titulado BLOG de ALCORCÓN, en la cadena del Qué!, y en el que se trata el tema de corruptelas legales/ilegales.
—Entonces ¿qué?, Avelino, ¿nos aconsejas que nos quedemos parados mientras el gobierno quiere dejarse las manos libres para a su antojo…
—Y con ayuda de jueces y leguleyos, no lo olvides, Yon.
—...y con esas ayudas como dice Transi?
—Yo no os aconsejo que os quedéis parados ni que marchéis ni lo contrario: lo que os digo es que para el intento de degüello de la vaca sagrada de la libertad de prensa no hacen falta ni guardias ni jueces; hay procedimientos muchos más sutiles y eficaces que los del mero secuestro de webs o blogs o foros o como diantres queráis decir.
Otros diálogos
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