30/5/20

El niño escondido

Niño escondido. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid (donada por Mª del Carmen Ibeas Laguna)

La foto se publica en eldiario.es del 28/05/20 como base del artículo de Joaquín Caretti El niño escondido: los probos y el réprobo. Copio parte de dicho artículo.

«[…] la foto conmociona […] La posguerra: año 1940. Un grupo de escolares con edades variables entre 7 y 12 años […] extiende enérgicamente el brazo derecho […] hacia la bandera de España. Uno, en el medio, da vuelta su rostro y mira curioso hacia la cámara. Se ve también a un adulto, delgado, con gafas, ubicado a un costado, que los acompaña con el mismo gesto.
[…]
Podemos inferir que se trata de alumnos con su profesor, cantando el Cara al Sol antes de entrar a clase, hecho muy habitual en esos años de la dictadura franquista. Nada nuevo agregaría esta foto a las tantas conocidas de saludos fascistas en las escuelas, a no ser por un detalle que inmediatamente reclama nuestra atención. En el costado derecho de la misma, fuera de la escena principal y apoyado en una pilastra, vemos a un niño rubio con flequillo y pantalones cortos, más pequeño que el resto, quizás de unos 5 años. Mira a la cámara, serio. No se ha sumado al homenaje. Nadie, salvo el fotógrafo, hace caso de su situación, sea esta voluntaria u obligada. El contraste es brutal: los adoctrinados en la reverencia y adhesión a una dictadura y el que está fuera. Todos a una, menos uno.
¿Por qué fue tomada está foto? ¿Qué pretendía capturar? ¿Quién la hizo? Parece ser una foto preparada, probablemente por el profesor o el director, quizá por el alcalde, para mostrar la adhesión de la escuela al Movimiento Nacional. ¿Obligados? ¿Convencidos? ¿Fue su manera de conservar el puesto? ¿Quisieron sumar su granito de arena a la lucha contra el comunismo y mostrar su amor por el Caudillo? No podemos saberlo. El gran tamaño de la bandera sorprende, parece ajena y llevada allí ex profeso para tomar la foto, lo cual confirmaría la hipótesis de un acto preparado con esmero.
[…]
¿Por qué ese niño pequeño está apartado de la escena, como escondido, pero no del todo? ¿Lo hizo voluntariamente porque no quería cantar? ¿Se fue a esconder? Tan pequeño no parece probable que pudiera tomar esa decisión. ¿O es simplemente un capricho lo que lo apartó del grupo? Posible. ¿O por su edad no cantaba y entonces lo mandaron fuera? También posible. ¿O, como infieren algunos, el lugar le fue indicado por el profesor como castigo, por ser hijo de republicano y, por lo tanto, no ser merecedor de cantar tan señalada canción con sus compañeros en un día donde van a ser fotografiados? Es probable. Pero ¿por qué el fotógrafo toma toda la escena y no se concentra exclusivamente en el grupo del homenaje? Podemos pensar, sin aseverarlo, que quiso incluirlo en la foto para ejemplarizar o para guardar para la posteridad lo que hacía el régimen con los hijos de los desaparecidos/paseados: los probos y el réprobo. El odio que dominó la posguerra se ve reflejado en esta sencilla fotografía más allá de la verdad histórica de la misma.
Hoy asistimos preocupados al auge de la misma ideología travestida de democracia. En medio de la peor situación vivida por España en un siglo y cuando los muertos y los enfermos se multiplican, un partido político, con la complicidad poco disimulada de otro, convoca a derribar al Gobierno. Manifestaciones, caceroladas, declaraciones rimbombantes y absurdas, pretenden inflamar a la ciudadanía que lleva confinada más de dos meses y está llegando al límite de la angustia y la desesperación ante la imposibilidad de ver a su seres queridos, de trabajar y de continuar con sus lazos sociales. Piden la renuncia inmediata del Gobierno y lo hacen responsable de la situación. Esto no es la política, esto no es hacer política. Es, más bien, una llamada al odio y a la guerra allí donde la política fenece. […]»

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